Nace la samba del tetracampeón

Brasil entero estalló en un jubiloso carnaval verde-amarillo a partir del momento en que Roberto Baggio erró un penalti y la selección canarinha ganó la Copa del Mundo por cuarta vez. La omnipresente violencia carioca mostró su rostro en el carnaval de la Copa. Algunos hinchas expresaron su júbilo disparando al aire sus armas de fuego y los hospitales registraron un aumento del 20% en los casos graves, entre ellos, el de una niña de siete años alcanzada por una bala perdida. En Río Branco fue asesinado un hombre por haber elogiado el comportamiento del equipo italiano. Otras dos jóvenes resultaron heridas por el mismo motivo.En la rambla de Copacabana, centro principal de las celebraciones, cientos de miles de eufóricos hinchas cantaban y bailaban a ritmo de samba -la samba del tetracampeón, la bautizaron algunos-, al tiempo que muchos de ellos sostenían sobre sus cabezas una bandera brasileña de unos 150 metros cuadrados. En medio de la fiesta, destacaban carteles de homenaje al desaparecido tricampeón mundial de fórmula 1, Ayrton Senna. Las calles permanecían cerradas por los eufóricos torcedores unidos en un solo grito: "¡Tetracampeón!".

En Recife, la capital del Estado nororiental de Pernambuco, la intensa lluvia tropical no amainó el entusiasmo de la hinchada, que llenó las calles con gritos de "¡Bien, Parreira!" y "¡Para ti, Senna!". En Sao Paulo, el carnaval de la Copa del Mundo tuvo lugar en la avenida Paulista, donde unas 100.000 personas se reunieron para ver el partido en dos pantallas gigantes.

O Globo, bajo el titular "Tetra" en caracteres gigantescos, mostró las fotos de Taffarel atajando el penalti de Massaro. El Jornal do Brasil tituló "Brasil es tetra" con una foto de media página del artillero Romario besando el trofeo.

El presidente Itamar Franco decretó festivo hasta el día de ayer y dijo que esta victoria "es muy importante para que Brasil recupere su autoestima". El mandatario recibió llamadas telefónicas de varios jefes de Estado de América que lo felicitaron calurosamente, entre ellos, los presidentes de Estados Unidos, Bill Clinton, y de Argentina, Carlos Menem.