Mitchell Rupe,
un preso estadounidense sentenciado a la pena capital por doble asesinato, dedica todo su tiempo a engordar cuando todo el mundo quiere disminuir de peso, porque aumentar sus 185,5 kilos le permite postergar su ejecución en la horca. Resulta que su abogado defensor, Todd Maybrown, ha expuesto ante las autoridades que ahorcar a su cliente sería cruel porque éste moriría decapitado, dado su excesivo peso y estatura (1,85 metros). Desde que se restableció la pena de muerte en EE UU, en 1986, el Estado de Washington, en cuya capital, Seattle, se encuentra detenido Rupe, de 39 años, decidió aplicar la pena capital por medio de una inyección letal o la horca. Rupe se pasa el día comiendo chucherías con un alto contenido en calorías porque hasta ahora su táctica ha dado buenos resultados. Su ejecución se ha venido postergando tras decidir las autoridades ahorcarlo en vista de que el preso no indicó cuál de los dos métodos prefería que se le aplicase por el asesinato de Candy Hemmig, de 33 años, y Twila Capron, de 30, durante un atraco a un banco en Seattle, en 1981.Los expertos opinan que Rupe moriría decapitado en vista de su excesivo peso, y mientras su abogado defensor y los fiscales están enfrascados en un debate legal sobre su caso, el preso sigue comiendo golosinas en su celda, porque, según la dirección del penal, el reglamento no le impide comer lo que quiera.-
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