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La inflación como excusa

La gran sala de la prensa norteamericana acreditada ante el G-7, en el Palazzo Reale de Nápoles, ha sido uno de los lugares estratégicos más interesantes para seguir la reunión de los países industrializados, no sólo porque era la única que poseía aire acondicionado, fundamental para superar el calor húmedo de la ciudad, sino porque tanto el presidente Clinton como el secretario del Tesoro, Lloyd Bentsen, mantuvieron un amplio contacto personal con los periodistas.En las horas previas al comunicado final del pasado sábado, en uno de los briefings, Bentsen dijo que no le sorprendería que en la declaración final hubiese una mención al deseo de lograr un dólar más fuerte. Al conocerse el comunicado, y la ausencia de toda referencia al dólar, Bentsen se presentó ante la prensa para responder a las preguntas. "Todos estamos preocupados", dijo. "Estamos de acuerdo en que los recientes movimientos en los tipos de cambio no están en línea con las condiciones básicas que prevalecen en nuestras economías y, por tanto, como he estado diciendo, sería deseable un dólar más fuerte. Miramos hacia adelante para incrementar la cooperación. La única cosa que no comento son nuestras futuras acciones. Pero estamos preparados para actuar cuando sea apropiado".

Existen varias razones por las cuales el G-7 se ha mantenido en silencio. Una de ellas podría ser, simplemente, que la Administración Clinton, si el dólar no vuelve a sufrir una caída dramática, estaría bastante conforme con los niveles de cotización actuales, que le permiten exportar más y que, como se puede observar, no suponen más inflación. Sin embargo, está el problema de la subida de los tipos de interés. Éstos, de continuar ascendiendo, se convierten en una amenaza segura de la expansión económica. Pero si la inflación no es hoy un asunto serio -en EE UU la tasa anual se sitúa en el 2,4%-, ¿por qué entonces la Reserva Federal ha iniciado en febrero su política de elevación de los tipos? La razón oficial es que si bien la inflación no es hoy una amenaza, podría serlo si la economía sigue creciendo durante dos años más a tasas del 3% anual. Se trata de una amenaza potencial. Día a día crece la idea de que la inflación es una excusa, más que la razón de fondo. La recuperación económica en curso, en EE UU y en Europa, se está desarrollando en un ambiente de fuerte competitividad, lo que desalienta la su bida de precios; los sindicatos, por otra parte, se muestran más dóciles, aun cuando, como acaba de admitir el G-7, los niveles de desempleo son extraordinariamente eleva dos. ¿Cuál puede ser entonces la razón de fondo de la política restrictiva? La clave está precisamente en la cautela de Bentsen y en el silencio del G-7. Se trata de no alimentar aún más los temores que hay en los mercados, porque de ser así éstos reaccionarían aún más especulativamente. La razon, pues, de la subida de los tipos es la especulación financiera. La política de bajos tipos de interés había per mitido inflar en EE UU la burbuja especulativa al hacer más rentable, frente a las cuentas corrientes bancarias, los fondos de inversión de mayor riesgo, con acciones y bonos que ofrecían más altos rendimientos y, por tanto, expectativas de beneficios muy elevadas, con tipos de interés a la baja. Una parte importante de estos movimientos se han realizado, por supuesto, mediante apalancamiento. Como siempre: se contratan créditos a corto plazo para invertir en instrumentos financieros a largo plazo.

Mientras los tipos bajaban, este negocio funcionó idealmente a favor de todos los participantes. Pero cuando la Reserva Federal, temerosa, comenzó en febrero a subir preventivamente los tipos, los precios de los bonos y acciones cayeron, produciéndose fuertes pérdidas para particulares y para las empresas y bancos que también estaban en el juego. Desactivar la subida de tipos, por tanto, juega ahora la función de desactivar la especulación. La inflación es un fantasma que hoy por hoy actúa como excusa.

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