El dólar queda a expensas de la especulación tras eludir el G-7 una acción en su apoyo
La suerte del dólar es incierta. Tras la decisión del Grupo de los Siete (G-7), reunidos en Nápoles el fin de semana, de eludir en el comunicado final cualquier alusión a una acción concertada en apoyo de la divisa, el secretario del tesoro estadounidense, Lloyd Bentsen, anticipándose a una posible venta masiva de dólares hoy mismo, destacó ayer que las autoriades monetarias están dispuestas a intervenir en el momento oportuno. Un mensaje que ha confundido a los analistas que temen que los siete estén preparando una trampa a la especulación.
Los responsables económicos, que han mantenido permanente contacto con los bancos centrales estos días, han asegurado que no quieren un dólar más débil y que los recientes movimientos en los tipos de cambio no están en línea con el crecimiento no inflacionista de las economías.Las autoridades monetarias libran una batalla psicológica con los mercados. El mensaje surgido de la cumbre del G-7 es claro: la recuperación es un hecho y la inflación sigue bajo control, no hay razón, entonces, que justifique la caída del dólar y la subida de los tipos de interés en el largo plazo en los mercados de deuda a ambos lados del Atlántico. Su objetivo es recuperar la credibilidad reforzando su compromiso con la actual política de crecimiento no inflacionista, decepcionando así a quienes esperaban una acción del G-7 acompañada de una subida de los tipos de interés en EE UU y una bajada en Europa y Japón para evitar una mayor depreciación del dólar.
Los siete han dicho insistentemente que no le harán el juego a las miras a corto plazo de los mercados. La experiencia les dice que las intervenciones, sobre todo las descontadas, apenas si logran parar una tendencia. En este sentido, Bentsen declaró ayer que sólo una intervención efectuada en las condiciones adecuadas puede ser eficaz. Esa cuestión será, sin duda, debatida hoy y mañana en la reunión que celebran los gobernadores de los 10 principales bancos centrales en Basilea. Algunos analistas temen que las autoridades monetarias estén preparando una intervención por sorpresa.
Oleada de ventas
Con sus declaraciones, el secretario del Tesoro parece tratar de frenar lo que para la mayoría de los analistas es inevitable: una nueva oleada de ventas de dólares. De hecho, el viernes pasado, cuando el presidente Bill Clinton, acompañado de su homólogo japonés, Tomiichi Murayama, anunció que no se coordinaría una acción de apoyo al dólar, la divisa estadounidense cayó al nivel más bajo de los últimos veinte meses con el marco (1,5460) y de nuevo cerca de los mínimos históricos con el yen (98 yenes).¿Cuánto más puede caer el dólar? La divisa estadounidense ha perdido terreno fundamentalmente con la japonesa, por el importante desequilibrio comercial que les enfrenta, y con las europeas, por las expectativas de nuevas subidas de tipos en el viejo continente, ahora que empieza a cambiar el ciclo económico, mientras que frente a las monedas de sus dos principales socios comerciales, México y Canadá, se ha llegado incluso a apreciar. Los temores inflacionistas sobre el crecimiento estadounidense no se han confirmado con los hechos. Las tres subidas de tipos efectuadas por la Reserva Federal parecen haber cumplido su función: la inflación sigue por debajo del 3% pese a que la economía creció un 7% en el último trimestre de 1993 y un 3,4% en el primer trimestre de este año. Otro de los desequilibrios, que más presionan la inflación, el déficit público, ha sido corregido sustancialmente por la Administración Clinton. Pero el contencioso comercial con Japón y el fuerte desequilibrio de la balanza de pagos estadounidense anula el favorable impacto que deberían tener estos sanos fundamentos.
Asimismo, la frágil coalición de Gobierno en Japón, favorece paradójicamente al yen frente al dólar puesto que dificulta la continuidad de las negociaciones comerciales entre Tokio y Washington. Mientras que éstas sigan bloqueadas, la presión bajista sobre el dólar se mantendrá, consideran los analistas. Un dólar más débil favorece la entrada de importaciones a Japón y ayuda, por tanto, a corregir el déficit comercial que, padece EE UU con su socio asiático. El límite a la depreciación del billete verde, según calculan los analistas, está en 1,50 marcos y 95 yenes.
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