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El Ejército impone el toque de queda en Hebrón, tras los enfrentamientos entre colonos y palestinos

El asesinato de una joven israelí de 17 años y el mortal apuñalamiento de un soldado de 20 y de la misma nacionalidad el jueves en la Cisjordania ocupada inflamaron ayer la furia de los colonos judíos contra el acuerdo de paz con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) e indirectamente emplazaron a Yasir Arafat a condenar enérgicamente esos ataques. El Ejército israelí se vio obligado a imponer el toque de queda en Hebrón, en previsión de nuevos choques entre palestinos y los colonos radicales del vecino asentamiento de Kiryat Arba.

La violencia ha vuelto a eclipsar el sentimiento de optimismo de israelíes y palestinos. Los enemigos del proceso de paz no duermen. Ahora están tratando de demostrar que, a pesar de los gestos amistosos entre Arafat y el primer ministro, Isaac Rabin, la sórdida guerra de los extremistas árabes continúa implacablemente.Ninguna de las organizaciones extremistas musulmanas se ha atribuido la responsabilidad de los dos últimos atentados, pero la sospecha israelí volvió a caer inevitablemente sobre los radicales de Hamas y de la Yihad Islámica. Ambos grupos han jurado seguir combatiendo contra la ocupación, a pesar del clima de distensión existente tras la visita de Arafat a Gaza y Jericó y la reunión que el lider palestino celebró posteriormente con Rabin y su ministro de Exteriores, Simón Peres, en París el miércoles.

En Israel existía ayer consternación y rencor mientras se enterraba al soldado Arye Frankental y a Sarit Prigal, horas después de que el día anterior recibiera sepultura el también soldado Yehuda Udi Algrebli, muerto en un intercambio de disparos con la guerrilla islámica en el sur de Líbano. Frankental había sido, al parecer, secuestrado cerca de la aldea de Kufr Aqab, a unos 15 kilómetros de Jerusalén, el miércoles. Su cadáver apuñalado fue hallado en una casa abandonada al día siguiente. Sarit Prigal fue herida de muerte el jueves cuando elementos desconocidos ametrallaron el automóvil en que viajaba cerca de Hebrón con su padre y su hermano, que resultaron heridos. La familia reside en Kiryat Arba, cuyo portavoz, Aharon Domb, no vaciló en culpar de la muerte de Prigal al Gobierno de Rabin. "Los judíos son asesinados en todo Israel mientras el primer ministro está ocupado recibiendo premios de paz. La realidad le golpea el rostro, pero el rehúsa verla", dijo.

Zvi Katzover, jefe de la comunidad de Kiryat Arba, exhortó a los colonos a realizar manifestaciones y sus arengas arrojaron resultados inmediatos. Según fuentes palestinas, decenas de colonos enfurecidos apedrearon casas, incendiaron coches con matrículas árabes y bloquearon caminos de y hacia Hebrón. La furia de los colonos se desató el jueves por la noche y durante la mañana de ayer. Los palestinos que intentaron eliminar las barricadas de neumáticos ardiendo se vieron obligados a retroceder ante las amenazas de los radicales que en algunos casos llegaron a apalearlos, según comentaron los propios palestinos.

El Ejército y la policía israelíes redoblaron ayer la vigilancia en el corazón e inmediaciones de Hebrón, viejo centro de violencia árabe-israelí donde en febrero el colono Baruch Goldstein perpetró la matanza de 29 palestinos que oraban en la mezquita de Abraham.

Temor a represalias

El asesinato de la joven israelí parece destinado a desatar mayores represalias de los colonos y esa perspectiva cobra niveles temerarios pues el mandato de los observadores internacionales en Hebrón esta a punto de expirar. Éstos, procedentes de Italia, Noruega y Dinamarca, forman parte de la Fuerza Internacional, Temporal en Hebrón y su llegada hace casi tres meses trajo cierto alivio a los palestinos, que temen una repetición de la matanza de febrero. Israel no parece dispuesto a autorizar la renovación del mandato de los observadores, lo que acentúa la preocupación de los palestinos..Unos 4.500 colonos judíos viven en Kiryat Arba y otros 400 en Hebrón, que ayer parecía "una ciudad fantasma; sólo el Ejército y la policía están en la,calles", en palabras de uno de esos observadores. "Les vamos a perseguir hasta la muerte", dijo un responsable de las patrullas militares refiriéndose a los asesinos, pero Katzover puso en duda todo el empeño. Según él, aun en el caso de que sean capturados, los criminales serían puestos en libertad en el marco de futuros acuerdos de paz. "¿Cuantas víctimas necesita esta paz?", preguntó airado.

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