Choque de culturas
Bajo el escrutinio de los españoles que serán los próximos rivales del vencedor, italianos y noruegos entablan esta tarde un fascinante choque de culturas futbolísticas. Hace unas semanas, el pronóstico hubiera sido muy claro. Pero los tricampeones italianos han desmentido, hasta ahora, a los expertos con un juego desorientado y una alineación camaleónica. Nigeria, en cambio, tiene equipo, fuerza y buen juego.Para cosechar una victoria, un empate y una derrota, Arrigo Sacchi ha utilizado a 17 jugadores. Después de casi tres semanas de competición, Italia da la sensación de no tener equipo, y los optimistas ya recurren a los recuerdos de lo que sucedió después de la pésima primera fase del Mundial de España. Sacchi se ha cansado de barajar nombres y mensajes psicológicos. Está harto del nombre de Roberto Baggio. Busca desesperadamente el revulsivo. "Un jugador del Milan", dice, "me ha explicado que antes de la final contra el Barcelona estuvieron todos aterrorizados. Es una demostración que de una cosa aparentemente negativa puede surgir algo grande".
Sacchi ha dado a entender que sabe poco de los nigerianos. La verdad es otra. Les observó detenidamente mientras ganaban la Copa Africana de Naciones hace cuatro meses en Túnez.
"Son unos superhombres", dice, "y creo que el árbitro fue muy condescendiente con ellos durante el partido ante Argentina. Maradona tuvo razones para quejarse. Pero creo que técnica y tácticamente somos superiores".
Nigeria acude a la cita acosada por sus propios demonios internos, pero bajo la protección de un Clemens Westerhof que se descubre como implacable exorcista. El éxito de los superáguilas ha sido el aviso para que la clase política intente sacar dividendos, y una de las discutidas virtudes del técnico holandés es tener una lengua viperina a la hora de repeler intrusismos federativos y gubernamentales. Y, para más señas, mantiene cerrada la puerta de sus entrenamientos.
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