Caminero arregla un problema de confusión
España gana a Bolivia y jugará los octavos de final frente a Suiza el sábado en Washington
España continúa en el Mundial, pero mantiene abierto un abanico de interrogantes. Ganó a Bolivia por la contundencia de Caminero en los últimos metros, después de un partido pobre, con continuos sobresaltos tácticos y una línea indeterminada en el juego. Entre todas las señales que ha dejado la primera fase, la más preocupante es la indefinición en el juego. La selección continúa con sus problemas para fijar un modelo claro. La agrupación de jugadores de clase ante Bolivia no tuvo la virtud asociativa. La suma de talentos individuales no produjo un crecimiento del equipo. Ahora mismo, España vive de los detalles, de la capacidad de éste o aquel para decidir un partido.Con un ambiente expectante, Clemente alineó a Guardiola, Caminero, Guerrero y Felipe, una promesa de calidad que no se cumplió. Cada uno de ellos lanzó señales contradictorias. Ante la sorpresa general, este cuarteto no habló un lenguaje común. Guardiola, que había salido como un héroe del partido con Alemania, nunca pudo llevar el juego. Tapado por Melgar, estuvo desconectado en unas fases y descríteriado en otras. Su juego fue muy plano, un defecto sorprendente en un jugador notable, capaz de leer con precisión el desarrollo de los partidos. Tocó, pero no produjo. Se le vio venir demasiado. El problema se agudizó por la colisión que se produjo en la primera parte entre Guardiola, Caminero y Guerrero. Se encimaron demasiado y terminaron por crear graves problemas de tráfico. No había aseo en el juego.
Eso cuando España dispuso de la pelota, que no fue demasiado. La falta de una sociedad de interés común en el medio campo provocó un partido que fue de confuso a caótico en la primera parte. La selección tuvo que agarrarse a un penalti sobre Felipe para permitirse un respiro. Sostenido por el flotador del resultado, el equipo de Clemente intentó sin éxito encontrar su identidad. Probablemente no fue un problema concreto de un mal día de fútbol. España no sabe a qué juega. Cada partido ha sido una historia, casi siempre contradictoria con la anterior. No se puede vivir el fútbol día a día, porque produce desconcierto entre los jugadores. En estos momentos, el equipo no es carne ni pescado. Con toda su ingenuidad a cuestas, Bolivia tuvo bien claro lo que tenía que hacer. Con eso fue suficiente para sentirse más cómoda en el campo. Melgar salió triunfante ante Guardiola. Tuvo más claridad y más presencia. Dirigió con criterio a sus compañeros y puso la primera piedra para la apreciable actuación de Bolivia. La pelota fue más boliviana que española, quizá porque tenía más definido su modelo. Es un equipo que sabe a lo que juega, pero que paga sus numerosas limitaciones.
La indeterminación del juego español se apreció en la segunda parte, donde se asistió a un seísmo táctico. Se dictaron al menos cinco cambios de posiciones. Apareció Hierro en el medio campo y terminó de libre. Caminero se adelantó hasta la posición de cuarto volante. Guerrero comenzó en la banda derecha y acabó en la izquierda. Goikoetxea, al revés. Y luego entró Bakero en el centro. En medio del terremoto táctico, algunas cosas salieron bien y otras mal. Lo mejor vino por parte de Caminero. No hay duda: su puesto es en la media punta. Tiene presencia, recursos técnicos y gol. Mucho gol. Bakero también manifestó que tiene las ideas claras. Su olfato táctico y un profundo conocimiento del juego le llevan por delante de cualquiera de sus limitaciones. En el parte final del encuentro supo hacer la falta conveniente, el pase preciso y la decisión acertada. Fuera de las lecturas tácticas, España ganó el partido por la diferencia de categoría de sus jugadores sobre los Dolivianos. Donde España tenía a José Luis Pérez Caminero para resolver el encuentro, Bolivia no encontraba a nadie. Esa fue la diferencia mayor.
También pagó el equipo de Azkargota el precio de la ingenuidad. Cuando cayeron en la fase de desesperación, dejaron abiertos varios boquetes. El principal fue su flanco izquierdo. Goikoetxea tuvo la oportunidad de destruir a los bolivianos, pero la faltó claridad en varias llegadas muy limpias. El partido se definió en última instancia por dos jugadas de clase. La primera fue la mejor del encuentro, la única luminosa en una tarde de fútbol opaco. Tirado en la banda izquierda, Guerrero envía de "taco" a Sergi, que cruza hacia adentro entre dos defensas y mete la pelota hacia Caminero, que corta hacia el área pequeña y deja el balón en la portería. Una jugada que se hizo extraordinaria en el erial de partido que vivía en Soldier Field.
La segunda fue más sencilla. Casi de manual. Un control y un tiro, como en un entrenamiento. Caminero detiene el balón con el pecho, se gira y remata a gol. Muy rápido, muy simple. Caminero había ganado el partido en dos acciones de altura, de jugador bueno, muy bueno. No es el único del equipo, pero es el que mejor partido saca de sus condiciones naturales,
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