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Alcalá recibe a los paracaidistas jubilados

Los primeros veteranos paracaidistas llegaron el viernes y empezaron a ocupar con sus familias un pequeño poblado de lonas verdes dispuesto en los terrenos situados frente a la cárcel de Alcalá de Henares. En el campamento había comedores, servicios, duchas portátiles y una tienda de efectos militares. Las mujeres tenían que dormir en un sector, y los hombres, en otro. Así es que hubo quienes prefirieron hacerlo juntos en el coche.

No tuvieron que madrugar para lustrar las botas y repasar el uniforme. Los 1.500 ex paracas que asistieron al quinto encuentro de veteranos desfilaron ayer en el acuartela miento Primo de Rivera con vaqueros y camiseta, algunos incluso con pantalón corto.Eduardo Peralta (Zaragoza, 45 años) y Óscar Eguillor (Bilbao, 48 años) se conocieron el sábado en la fiesta, y ayer ya conversaban como íntimos. Óscar trataba de convencer a Eduardo de que bajase a la explanada a desfilar. Fue en vano. "Yo hasta que no aparezcan las nóminas no desfilo", explicó tajante Eduardo, que hizo la mili en 1965 y luego se reenganchó como profesional llegando hasta sargento. Pertenece a la Asociación Paraclub de Zaragoza, no se pierde un encuentro y sigue saltando.

Todo el mundo bajó a la explanada cuando se iniciaron los saltos acrobáticos. Entre los espectadores el general retirado Tomás Pallás Sierra, el hombre, que fundó la primera unidad de paracaidistas del Ejército de Tierra.

Cuando terminaron los saltos, todos comieron juntos y compararon batallas pasadas. Luego volvieron a sus casas. Allí, guardaron la boina negra hasta dentro de dos años.

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