"Me niego a acatar los bandos del alcalde"
El madrileño José Antonio Pérez, de 46 años, ha escrito el primer Manual práctico para la desobediencia civil "Es una guía para enfrentarse al sistema sin violencia", explica el autor. Pérez trabaja unas pocas horas al día en una asesoría profesional. "Estoy en el sistema, pero no estoy encadenado a él, matiza. Hace varios años decidió no volver a madrugar y trabajar sólo para obtener un dinero mínimo para sobrevivir, y dedica sus horas libres a pensar, viajar, leer o divertirse. Las recientes declaraciones del alcalde acerca de los inmigrantes que se instalan en Madrid le han convulsionado, porque siente sus derechos vulnerados. "Yo quiero que los inmigrantes vengan a Madrid así como yo visito sus países y nadie me pregunta por qué", declara Pérez.
Pregunta. ¿En qué consiste la desobediencia civil?
Respuesta. Es un acto individual, porque responde a la conciencia, y allí radica su mayor eficacia. La policía puede dar respuesta a una manifestación de 10.000 personas, pero si cada uno de esos 10. 000 individuos hace una acción, no hay policía suficiente para reaccionar. La desobediencia nace del mito de Prometeo, al que yo me adhiero. Prefiero estar encadenado a una roca que prestar obediencia a unos dioses deslegitimizados, aunque me vea obligado a asumir las consecuencias.
P. ¿Cuáles son esas consecuencias?
R. Los castigos que tiene preparados el sistema. Cuando un insumiso que se niega a ir a la mili sabe que en algún momento tendrá que enfrentarse a la cárcel. Yo he elegido no madrugar, y el sistema me castiga con el desempleo. Desobedecer es arriesgado, pero metes lentamente palillitos en los engranajes del sistema.
P. ¿Por qué ha optado por desobedecer?
R. Porque estamos gobernados por idiotas. No me refiero a idiotas a título personal, pero sí por su comportamiento. Me niego a obedecer a un alcalde que vulnera mi voluntad de que vengan inmigrantes a Madrid, y le hago saber que no acataré ninguno de sus bandos porque sus declaraciones racistas le han hecho perder legitimidad, aunque haya sido elegido democráticamente.
P. ¿De qué manera se puede llevar a la práctica su manual en Madrid?
R. De muchas. Si 300.000 madrileños nos censamos en otros pueblos de Madrid y damos de alta allí nuestro coche, le quitamos una importante fuente de ingresos al Ayuntamiento sin hacer nada ilegal. Otra medida es crear redes locales de intercambio de servicios. Si uno sabe cuidar niños, otro cultiva frutas, otro es mecánico, nos quedamos con nuestro valor añadido y, además, nos mantenemos al margen del sistema. Esto ya ha empezado a funcionar en Irlanda.
P. ¿Realmente cree que la desobediencia puede prender en Madrid?
R. Hay muchos individuos dispuestos a sentirse como tal. Eso ya es desobediencia, porque dejamos de ser masa. No voy de profeta. Trabajo media jornada y la otra media pienso, o leo, o estoy con mis amigos, o hago el amor. No visto túnica azafrán ni vivo en una comuna. Llevo camisa y duermo en una cama. El ciudadano está harto de que le pidan papeles, fotocopias del DNI, nombre del padre, de que le humillen en las ventanillas. Tenemos que recuperar la dimensión humana, y la desobediencia es un camino.
Manual práctico para la desobediencia civil. Editorial Palmia. Venta en librerías (950 pesetas).
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