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Reportaje:

Ecología de cercanías

Desde los trenes de trayectos cortos se pueden descubrir nuevos paisajes

Un viaje en tren de cercanías no suele ser una experiencia muy ecológica que digamos. Entre cabezada y cabezada, raros son el obrerete o la secretaria que reparan en aquel bosquecillo de melojos, en la agonía de un olmo herido por la grafiosis o en la degradación del terreno a causa de las extracciones de áridos. A las siete de la mañana no existe más Flora que la margarina del bocata.

Pero hay cercanías y cercanías, y no es lo mismo subirse a Atocha desde Fuenlabrada que hacerlo a Cotos desde Cercedilla. Y más si es en compañía de los monitores de la Agencia del Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid. Y más aún si, tal día como hoy, los alumnos de sexto del colegio Antonio Machado de Leganés pueden hacer novillos con la bendición paterna y magistral.

Las actividades del Tren de la Naturaleza principian con la proyección de un Montaje audiovisual dentro de un vagón jubilado de esta línea serrana. Cuando el narrador habla de águilas y herrerillos, Juanina aprovecha la oscuridad, y que sabe más de aves que su profe de Ciencias, para meter mano a Sandra; a lo que ésta responde con bofetones de mujer hecha y derecha. ¡Menudo pájaro!

40 minutos en tren

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Acto seguido comienza la experiencia ferroviaria propiamente dicha. Son 40 minutos a bordo del tren con más paisajes de la región: Siete Picos, la sierra de Camorritos, las laderas segovianas fragantes a pinos de Valsaín... (Giovanni, otra joya en bruto de 12 años, pide Cristasol para verlos mejor).

El eléctrico, como se le conoce en ambientes montañeros, data del 23, y pese a la belleza evidente de su itinerario no le han faltado detractores: "El tendido del ferrocarril al puerto de Navacerrada", refunfuñaba en 1929 un socio del Club Alpino, "puso este lugar, tan aislado hasta entonces, al alcance de los bolsillos más modestos y de los excursionistas más comodones, contribuyendo con esa facilidad a hacerlo tan vulgar e insoportable que ya hay que pensar en buscar otros parajes".Una vez en Cotos, la muchachada es conducida hasta Peñalara con paradas aquí y allá para contemplar un comedero de ardillas, rellenar una ficha didáctica o echarle un penúltimo vistazo al valle de Lozoya, desde las Guarramillas y Cabeza de Hierro hasta el embalse de Pinilla. Nada hay al paso de la expedición que no sea digno de comentario: las maniobras rastreras del enebro para no sucumbir a la pesadez de la nieve y al ímpetu del mucho viento, la ausencia de arbolado a partir de los 2.000 metros y la proliferación del piorno con sus escandalosas flores gualdas. "¡He visto una lagartija verde fosforito con pintas negras!", vocifera un escolar, seguro de haber descubierto una nueva especie. Mas una monitora lo defrauda: "Es la serrana, la más común del Guadarrama".

Dos Hermanas

Asomados a la laguna Grande, los chavales guardan un silencio de adultos, impresionados sin duda por la tersura de la superficie y por el reflejo en su seno oscuro, insondable, de la mole de las Dos Hermanas. Es entonces cuando un guarda del parque natural aprovecha para endosarles una película de serie B: "Los ganaderos de Rascafría cuentan que si se cae una vaca, al instante se hunde, y casi simultáneamente suben a la superficie sus tripas, como si las arrojara el monstruo que habita en el fondo y no deja criar peces a las aguas". "Ya", le sigue la corriente Giovanni. "Y si le echas mil pelas, te sube una hamburguesa doble con queso, ¿no?".

Las huellas de la erosión glaciar en la hoya de Peñalara son examinadas a conciencia por estos aprendices de naturalista, quienes, como última misión, han de treparse a un depósito morrénico para analizarlo y luego describirlo por escrito. A la hora de las conclusiones, Álvaro, que es uno de los tres mosqueteros, junto con Juanma y Giovanni, sonríe complacido tras rellenar su ficha didáctica. Donde el texto impreso reza: "Según tus observaciones,una morrena es...", él ha garabateado: "La almorrana de un glaciar".

Las tres estaciones

Dónde. Cercedilla dista 57 kilómetros de Madrid y su acceso más cómodo para todos los públicos es el ferrocarril de cercanías (uno todas las horas, de 6.02 a 23.02). Dentro del programa del Tren de la Naturaleza está prevista la salida con monitores. desde Atocha.Cuándo. Las actividades se desarrollan desde principios de mayo hasta el 15 de octubre, excepto durante el mes de agosto. Hay salidas los días laborables, con recepción del grupo participante a las 9.00 en la estación de Atocha, para estar en Cercedilla a las 10.30.Quién. Esta experiencia es fruto de la colaboración entre Renfe y la Agencia del Medio Ambiente. Juan A. Vielva es el director del programa. Para reservas o consultar dudas, llamar al Centro de Información del Valle de la Fuenfría (teléfono 852 22 13).Cuánto. El precio del billete es de 700 pesetas por persona, e incluye: viaje Atocha-Cercedilla-Atocha, viaje Cercedilla-Cotos-Cercedilla, proyección de un audiovisual, senderismo con monitor por ambientes representativos del Guadarrama y fichas didácticas.

Y qué más. El tren está concebido para grupos de escolares de ciclo superior (6º, 7º y 8º de EGB), aunque ocasionalmente se organizan salidas para colectivos de adultos. Peñalara no es el único destino. También hay itinerarios por los bosques de Navacerrada.

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