La OUA despacha los 500.000 muertos de Ruanda con una declaración de intenciones
La 30ª cumbre de la Organización para la Unidad Africana (OUA), que ayer cerró puntualmente sus sesiones, fue fiel a su historia hasta el final. Ni siquiera los 500.000 muertos que han convertido a Ruanda en un lodazal de sangre digno de pasar a los anales de la crueldad humana consiguieron que los jefes de Estado y de Gobierno de los 53 países miembros de la OUA acordaran algo más que una declaración de buenos deseos.
Los contendientes, sin embargo, le permitieron al jefe del Estado tunecino, Zine el Abidine Ben Alí, anunciar al mundo que en Túnez habían alcanzado un alto el fuego de aplicación. inmediata. El fragor de los combates y las desesperadas llamadas de auxilio de miles de refugiados, atrapados en Kigali, la capital del diminuto país africano, no se escucharon ayer en el palacio de congresos de Túnez. El ventilador de palabras en que se convirtió Túnez durante tres días de junio dejó sobre la mesa dos hechos incontestables: el primero, la incorporación de Suráfrica a la OUA, con el peso político y el prestigio todavía intacto que aporta su presidente, Nelson Mandela. El segundo, la disolución del mítico Comité de Liberación, creado al mismo tiempo que la OUA, en 190, al considerar que con el fin del apartheid en África del Sur se ha completado el proceso de descolonización del continente. Una decisión que no ha dejado plenamente satisfecha a la delegación de la República Árabe Saharaui Democrática, que entiende que el antiguo Sáhara español sigue siendo una cuestión pendiente.Como contrapartida, la OUA se verá abocada a afrontar sus propios problemas, por mucho que algunos de este denominado sindicato de presidentes atribuyan todos los traumas que padecen a la despiadada política colonial y su herencia. El presidente zaireño, Mobutu Sese Seko, que actuó de intermediario para que el Frente Patriótico Ruandés (FPR), de la minoría tutsi, y el Gobierno provisional de Ruanda, de la mayoría hutu, le dieran a la cumbre de la OUA una satisfacción, no tuvo que recordar que en la pasada reunión de El Cairo amenazó con bloquear cualquier intento de intervenir en la política interna de Zaire.
El secretario general de la OUA, Salem Ahmed Salem, sin haber tenido tiempo de escuchar las últimas noticias que ayer mismo seguían llegando de Ruanda, se atrevió a manifestar que le "gustaría creer que las dos partes van a asumir con seriedad su compromiso de establecer un alto el fuego". El presidente de Gabón, El Hadj Omar Bongo, por su parte, resumió la 30a cumbre como "falta de contenido".
El secretario general de la organización recordó que cuatro países africanos habían respondido a la petición de la ONU de enviar cascos azules a Ruanda y otros seis mostraron su disposición a facilitar hombres o dinero. Ahmed Salem señaló como el gran triunfo de la reunión que concluyó, ayer tras tres días de debates en Túnez, la puesta en marcha del organismo para la prevención y resolución de conflictos, aunque negó que este comité, presidido por Túnez, tenga vocación de convertirse en una suerte de hermano pequeño del Consejo de Seguridad.
La cumbre ha servido para que su anfitrión, el presidente tunecino, Ben Ali, pusiera en marcha una gigantesca plataforma propagandística. Nelson Mandela tuvo que regatear en corto cuando un periodista le preguntó por su opinión sobre los derechos humanos en Túnez. El presidente surafricano prometió informarse sobre la cuestión. En las resoluciones y decisiones finales se expresan los mejores deseos para una solución negociada en Somalia, Angola y Liberia.
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