Los líderes abogan por un desarrollo regional equilibrado

La IV Cumbre Iberoamericana concluyó ayer aprobando, por segundo año consecutivo, unas conclusiones en las que en términos muy velados se rechaza el embargo impuesto por Estados Unidos a Cuba a pesar de que, convocados por el presidente Bill Clinton, todos los jefes de Estado latinoamericanos, excepto Fidel Castro, se reunirán en diciembre en Miami. La filosofía del documento de conclusiones, no obstante, gira en torno a la economía y a la necesidad de que haya un desarrollo regional y armónico.Los 23 jefes de Estado y de Gobierno piden de nuevo refiriéndose a Cuba, "la eliminación, de acuerdo con los principios del Derecho Internacional y con las resoluciones de la ONU, de medidas económicas y comerciales coercitivas unilaterales que afecten el libre desarrollo del comercio internacional y lesionen las condiciones de vida de los pueblos iberoamericanos". Castro propuso, además, acoger la Cumbre Iberoamericana en La Habana en 1999 y sus homólogos tomaron nota de la oferta sin aceptarla formalmente.

El documento final de la reunión se centra esta vez en temas económicos después de que el año pasado lo hiciera en el crecimiento del Tercer Mundo con el propósito de influir al secretario general de la ONU, Butros Butros-Gali, quien el otoño pasado debía haber presentado en Naciones Unidas su agenda para el desarrollo. No lo hizo ni tampoco ha acudido a Cartagena de Indias a pesar de haber sido invitado por el presidente colombiano, César Gaviria.

Dos son las ideas en las que hacen más hincapié las conclusiones. Insisten, por un lado, en la necesidad de "estimular los procesos regionales de integración, a través de acuerdos de libre comercio ( ... )" pero no menciona el Tratado de Libre Comercio suscrito entre EE UU, Canadá y México en el que numerosos países de América Latina tienen la vista puesta. Subraya además el papel de España y Portugal como "puntos privilegiados de enlace entre los dos continentes".

La otra idea novedosa recogida en las conclusiones es que el crecimiento económico, que América Latina experimenta de nuevo tras los años de ajuste, debe ir acompañado de "políticas sociales de efectos distributivos, productivos y de eficiencia".

El texto final repasa, por último, la aplicación de los modestos programas de cooperación aprobados en las anteriores cumbres -televisión educativa, intercambio de becas, alfabetización de adultos, entre otros- y evita adoptar ninguno más por temor, probablemente, a no poder llevarlo a cabo. El Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas no ha sido aún puesto en marcha porque algunos países no lo han ratificado todavía.