La frágil coalición de centro-izquierda belga resiste el embate liberal
Los liberales belgas no consiguieron situarse en cabeza en las elecciones europeas ni romper la frágil coalición de centro-izquierda, tal como se habían propuesto. La democracia cristiana flamenca, que cuenta en sus filas con el primer ministro, Jean-Luc Dehaene, y el presidente de Flandes, Luc Van der Brande, sigue siendo la primera fuerza política en el norte del país, mientras que el Partido Socialista francófono sigue también en cabeza en Valonia, aunque pierde casi nueve puntos, fruto de los numerosos escándalos.El mapa político no ha quedado sustancialmente modificado, pero se han producido deslizamientos significativos. Prosigue el desgaste de los partidos en el poder (socialistas y socialcristianos) y de los partidos que les han apoyado en la reforma constitucional (ecologistas). Incrementan su voto los liberales francófonos en alianza con el partido comunita-. rio francófono (Federación de Demócratas Francófonos).
También sigue aumentando la extrema derecha, no tan sólo en Flandes (12,5% y un diputado más), sino también en Valonia (9,4% en total entre los dos partidos que se presentan y un diputado). El alto porcentaje del extremismo de derecha en el sur del país ha sido una desagradable sorpresa para cierta opinión pública francófona, acostumbrada a denunciar el estigma del fascismo entre los flamencos. En varios distritos de Bruselas, la extrema derecha recogió entre el 15% y el 20% de los votos, sumando a los dos partidos francófonos y al neerlandófono VIaams Blok. En Amberes este último partido obtuvo casi el 25%.Pensionistas en Luxemburgo
El benjamín de los Doce, el Gran Ducado de Luxemburgo, no proporcionó grandes sorpresas en la doble elección europea y nacional. La coalición de centro-izquierda del democristiano Jacques Santer puede seguir gobernando con mayoría en el parlamento nacional, aunque avanzan dos partidos de oposición, los Verdes, que logran un escano, y el partido de los pensionistas, de tintes populistas.
En Holanda se recupera la democracia cristiana, duramente castigada en las últimas municipales y generales. La travesía del desierto de este partido, que ha estado en todas las coaliciones de gobierno desde el final de la guerra, empieza a parecer mucho más corta de lo previsto. En un mes, ha pasado del 22,2% al 30,8% de los votos.
En Dinamarca, finalmente, uno de cada cuatro votantes dió su sufragio a los movimientos anti Maastricht. Los votantes premiaron, sin embargo, al partido más pro-europeo, el liberal, y al conservador, que estuvo gobernando el país durante diez años hasta enero de 1993, momento en que un escándalo político menor dió lugar a un cambio de Gobierno. Los dos partidos de la nueva coalición, los socialdemócratas y los centristas, han sufrido el castigo del electorado.
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