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Un debate sin peso

Un consejero de Leguina increpó por gordo al portavoz de la oposición

Javier Casqueiro

El portavoz del PP en la Asamblea, Antonio Beteta, tiene 39 anos y un problema de peso desde pequeño. A los 18 años se libró de acudir al servicio militar por esa obesidad superó en un 40% el peso teórico que marcan los dos últimos dígitos de su estatura-, y desde entonces lo ha probado casi todo para reducir su voluminoso físico, muy superior a los 100 kilos. Ha seguido un buen número de regímenes dietéticos, incluidas las pastillas del doctor Bogas. En su partido nadie le reprocha esa enfermedad, ni su apetito, ni su pasión por las golosinas, porque, como le reconocen incluso sus rivales políticos, es capaz de superar con su capacidad de trabajo cualquier adversidad. Su joven y esbelta esposa sí le motiva para perder, por lo menos, 40 kilos. El pasado miércoles sufrió uno de los ataques más virulentos e inesperados de su carrera, en la que subió otro peldaño hace precisamente un año: asumió su nuevo cargo al relevar a Alberto Ruiz Gallardón. Un consejero del Gobierno regional de Leguina le increpó por su gordura y relacionó ésta con una presunta vagancia.Al consejero de Economía de la Comunidad, José Luis Fernández Noriega, médico antes de dedicarse a la política, se le fue la mano dialéctica durante el pleno celebrado en el Parlamento regional el miércoles. Beteta llevaba dos meses preguntándole, en todos los plenos la misma cuestión: "¿Acciones que ha llevado a cabo el consejo de gobierno [semana que correspondiera en cada caso] encaminadas a paliar la grave situación de desempleo ,existente en la Comunidad de Madrid?'.

Ocho veces

Antonio Beteta, portavoz del PP, licenciado en Derecho y especialista en asuntos relacionados con los presupuestos y la economía, ha planteado esa pregunta ocho veces. Pretendía ser un ardid parlamentario. Nunca incluyó en sus comentarios ninguna referencia a las barbas prerrevolucionarias del consejero ni a su estilo desgarbado.

Pero el consejero de Economía no se tomó bien, desde el principio, este truco para obligarle a comparecer cada semana sobre un asunto como el paro, de calado internacional, y en el que ninguna gestión desde la Comunidad de Madrid podría ser suficiente. Fernández Noriega recurría en sus respuestas a calificar como propia de un "circo" y "poco digna políticamente" la actitud de Beteta. El consejero de Economía lamentaba además el tiempo perdido, que le suponían esas comparecencias sobre un asunto planteado en términos poco concretos y más adecuados, según él, de un "mitín" o de un "panf1eto". Beteta, entonces, exponía su mala gestión por la baja ejecución de los presupuestos. Así todas las semanas.

El miércoles, Fernández Noriega no fue capaz de sujetar su mal humor: "Mire usted. cómo me estoy quedando yo de tanto trabajar, y no hay más que verle a usted cómo está". Escándalo en el salón de plenos. Beteta abandonó el hemiciclo. Su partido pidió la convocatoria urgente de una reunión con todos los portavoces para "reprobar al consejero por recurrir, a sus más bajos instintos". Pedro Diez, el presidente de la Asamblea, le pidió a Fernández Noriega que por cortesía parlamentaria retirase sus palabras del acta. El consejero accedió con un movimiento de cabeza. No se disculpó.

La junta de portavoces se celebró en la noche de ese mismo miércoles, y debatió durante 45 minutos se debía descalificar la actuacion del consejero. El PSOE e Izquierda Unida lamen taron sus palabras por "desafortunadas", pero no creyeron oportuno darles más importancia. Dijeron que ha habido precedentes más graves dialéctica mente en el Parlamento regional. Todos los implicados admiten que se han producido ataque! políticos más agresivos. Nadie recuerda una alusión- personal así. "Hay undiputado del. PSOE quees ciego [Rafael de Lorenzo], y a nadie se le ocurre decir que es corto de miras.", refutó molesto, Manuel Cobo, del PP. El consejero, que peregrinó como alma en pena toda la tarde por la Asamblea, se marchó más aliviado.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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