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Futuro incierto

"Prediction is risky business, specially about the future". Se trata de una de esas maravillosas estupideces sensatas que ponen en circulación de vez en cuando los analistas políticos americanos. Viene como anillo al dedo para analizar las elecciones andaluzas del próximo 124.Para analizarlas en clave nacional, no en clave regional, ya que desde esta última perspectiva las elecciones carecen de interés. Es su proyección de cara a las próximas elecciones generales lo único que confiere interés a estas elecciones.

Y es que Andalucía ocupa un lugar muy especial en la estrategia socialista de dirección del Estado. Andalucía fue la región que permitió al PSOE quebrar la hegemonía de la UCD a comienzos de los ochenta, y ha sido la región que ha permitido al PSOE conservar su hegemonía en los primeros años de los noventa. Fue el referéndum del 28 de febrero de 1980 el que originó la descomposición de UCD y el que abrió las puertas al arrollador triunfo socialista en 1982: primero en Andalucía, en mayo; después en España, en octubre. Fueron las elecciones autonómicas de junio de 1990, las primeras que se celebraron después de que hubiera estallado el escándalo de Juan Guerra a finales de 1989 y de la sesión parlamentaria de febrero de 1990, las que permitieron al PSOE, al ampliar la mayoría absoluta de 1986, contener la hemorragia. Y fue el millón de votos de diferencia en Andalucía entre el PSOE y el PP en las generales de 1993 lo que explica la extraordinaria resistencia del PSOE frente al asalto del centro-derecha español.

Resulta, pues, imposible sobrestimar la importancia de Andalucía para el PSOE como "partido de Gobierno de la nación". Sin Andalucía, el PSOE no habría llegado tan pronto al poder o, en todo caso, no habría llegado de la forma en que llegó. Sin Andalucía, posiblemente, el PSOE no sería en estos momentos el Gobierno de España. En Andalucía está el origen de su victoria y en Andalucía está también la expresión de su resistencia frente a la derrota.

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Andalucía es para el PSOE lo que Castilla y León más Galicia es para el PP. Con la diferencia a favor del PSOE de que Andalucía tiene casi el doble de votos que estas dos comunidades juntas y que, además, tiene una proyección fuera de sus fronteras muy superior, en especial en - Cataluña. Para el PSOE, ganar en Andalucía como gana es un elemento muy importante para tener la presencia electoral que tiene en Cataluña. De ahí su fortaleza. Andalucía y Cataluña tienen el 33% de la población española.Y en ambas el peso electoral del PSOE está en conexión, pero con la impronta andaluza como dominante. El PSOE no es fuerte en Andalucía porque sea fuerte en Cataluña, pero el hecho de ser muy fuerte en Andalucía sí influye en su fortaleza en Cataluña.A nadie puede extrañar, en consecuencia, que las elecciones andaluzas interesen más allá de las fronteras de la comunidad autónoma y adquieran una dimensión en cierta medida nacional. Pues sijurídicamente lo que está en juego es el Gobierno de Andalucía exclusivamente, políticamente también lo está el futuro Gobierno de España.

Esta dimensión política y no la jurídica es lo que realmente importa. Lo de menos es su dimensión regional. Lo que cuenta es su proyección estatal.

Y su dimensión regional es lo de menos, porque aquí no caben sorpresas. Unas elecciones no son la lotería primitiva, y en ellas no puede ocurrir cualquier cosa. Cuando se dispone, además, de los datos de una consulta reciente, como fue la del 64 de 1993, la sorpresa está excluida. La distancia entre el PSOE y los. demás partidos no se salva de una elección a otra, y menos en un año. Aunque el PSOE pierda la mayoría absoluta, únicamente un pacto a la griega podría arrebatarle el Gobierno. Y eso es política ficción.

Es su dimensión nacional, esto es, la proyección de la probable erosión de la mayoría socialista de cara a las próximas elecciones generales, lo único que realmente interesa de los resultados andaluces del 124.

Y es en este terreno donde la predicción tiene sus riesgos, porque la tendencia no es inequívoca, aunque sí expresiva.

En lo que al PP se refiere, Andalucía va a continuar siendo después de estas elecciones su asignatura pendiente, pero no va a ser una asignatura que le impida pasar el curso y llegar a La Moncloa.

Va a continuar siendo su asignatura pendiente porque la distancia entre la derecha y la izquierda andaluza disminuye algo, pero continúa siendo escandalosa: del 60% que supone el apoyo del PSOE+1U al 30% del PP. La contribución andaluza a un futuro Gobierno de centro-derecha español va a ser, pues, muy débil.

Sin embargo, su situación mejora, además de porque obtiene mayor número de votos, porque va a conseguir el monopolio de la representación del voto de la derecha en la región. La única competencia seria que tenía el PP en este terreno, que era el andalucismo, va a salir de estas elecciones sin posibilidad de recuperación en el corto e incluso en el medio plazo. Yo no descartaría en este momento que incluso no concurriera a las próximas elecciones generales. El PP va a concentrar, en consecuencia, todo el voto no de izquierda en la región. En términos absolutos puede que no sea mucho, pero a la hora de distribuir escaños esos votos pueden ser muy importantes.

Pero la mejoría para el PP puede proceder, sobre todo, de la fragmentación del voto de izquierda como consecuencia de la tendencia al alza de IU. Si la distancia entre la derecha y la izquierda varía muy poco, la distancia entre el PP y el PSOE sí puede reducirse bastante. Aquí es donde puede estar la clave de que Andalucía deje de ser un obstáculo insalvable para el PP en su camino hacia La Moncloa.

Pues, hasta el momento, el PSOE había conseguido frenar en Andalucía el avance de IU en el resto del Estado, dejando reducida su presencia a un porcentaje muy bajo, considerablemente inferior al que tuvo el PCE en la región en 1977 y 1979 o en las autonómicas de 1986, año en que se produjo la irrupción de Julio Anguita en la política regional. Esta concentración del voto de izquierda en el PSOE es lo que convertía a Andalucía en un obstáculo insalvable para el PP. Es lo que parece que va a cambiar el 124.

Esto es muy importante, pues tras la ruptura del equilibrio entre la derecha y la izquierda españolas en las dos primeras elecciones de la transición (40% de apoyo popular para UCD+AP y 40% para PSOE+PCE) a favor de la izquierda, desequilibrio que se ha atenuado algo, pero que todavía se mantiene en torno a los 10 puntos, el PP sólo puede ganar unas elecciones generales si se dan las dos siguientes condiciones:

1. Tiene que concentrar todo el voto no de izquierda español. Es la única forma de compensar la autonomía del voto nacionalista vasco y catalán. Si la extrema derecha se expresa de manera autónoma, como lo hace en la mayor par-

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Javier Pérez Royo es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla.

Futuro incierto

Viene de la página anteriorte de los países europeos, el PP no puede ganar unas elecciones.

2. Tiene que producirse una fragmentación del voto de izquierda, con un aumento importante del voto de IU y un descenso correspondiente del voto del PSOE.

Si no se dan simultáneamente estas dos condiciones, el triunfo del PP resulta, si no imposible, sí muy difícil en el corto plazo, esto es, en las próximas elecciones generales. El triunfo del PP no depende de él mismo, depende de IU. Izquierda Unida tiene que irse claramente por encima del 10% para que el PP pueda tener garantía de victoria frente al PSOE.

Ambas tendencias parecen puntarse en las elecciones analuzas. Y en unas condiciones e enfrentamiento radical de U con el PSOE, que no es fácil ue cambien en el futuro próximo. La concentración del voto e no izquierda en el PP obliga al PSOE a recuperar el voto que está arrebatando IU. Si no loconsigue, su posibilidad de competir con éxito con el PP va a reducirse considerablemente.

En este sentido, la celebración simultánea de las elecciones europeas y andaluzas está jugando en contra del PSOE y a favor del PP, justamente al revés de lo que se pensó cuando se decidió que así fuera. Pues en Andalucía el PSOE dispone de un margen de maniobra del que no dispone en el resto del Estado, y, en consecuencia, habría podido modular su discurso tanto a la derecha como a la izquierda para minimizar las pérdidas. Al coincidir ambas elecciones, el discurso nacional ha imposibilitado un discurso andaluz propio. Esto puede notarse en los resultados el 124.

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