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La caravana fantasma

Los asesores de Manuel Chaves han esperado a la segunda ronda de la campaña electoral para que el candidato a un nuevo mandato como presidente de la Junta de Andalucía se acerque a la tierra más caliente -conflictivamente hablando- de esta región: Jaén. Una rueda de prensa en la capital y un mitin en úbeda -lindante con la parte contratante de la primera parte, Linares-, previstos para hoy, le servirán de tanteo y quizás proporcionen mayor relieve a un itinerario bastante insólito -El Rompido, Cartaya, Vélez de Benaudalla, Vélez Málaga- que recorre la caravana fantasma en busca de lugares seguros, aunque en algunos hayan surgido sorpresas: en Roquetas de Mar le preguntaron a gritos, nada más empezar, qué pasaba con las viviendas de PSV en Almería, y en Motril (Granada) ocurrió el famoso incidente del hombre solitario que apostillaba con "¡Y una mierda!" su parlamento, hasta que fue golpeado con contundencia en el estómago por, aparentemente, un espectador que estaba hasta las narices.Con todo, en los mítines se mezcla mucha policía de paisano, por si las moscas, y los paseos que Chaves se da por los pueblos -no en todos-, acompañado por los militantes locales, son a paso rápido, como cumpliendo con una obligación, aunque ello puede deberse a la conocida timidez del presidente autonómico, capaz de responder a todas las presentaciones con un escueto "Encantado". En Cartaya (Huelva), el voluntarioso alcalde le presentó a todo el mundo, e incluso le llevó al barrio de viviendas sociales, las más marginales. En la calle de la Tranquilidad, las vecinas denunciaron: "Ahí, en esa puerta, es donde venden la droga", "Acaban de sacarme una navaja", y Cháves, visiblemente incómodo, se limitó a pasar la maroma. La timidez.La verdad es que tiene poca suerte, porque cuando al fin consiguió cruzarse con una mamá y un niño para hacerse la típica foto -en Vélez de Benaudalla- y le preguntó a la señora: "¿Qué tiempo tiene?", la respuesta fue que el crío había nacido seismesino. O sea, que, aunque riquiño, estaba poco aparente para su edad. Manuel lhaves viaja en su propio autobús en la comitiva, y los periodistas, desde el suyo, atisban a través de las cortinillas la cama top secret en la que el candi dato se reposa de lo que, para un hombre de su talante, debe de ser un suplicio. Andan los informadores bastante mosqueados por el hecho de que se enteran de adónde van en el último momento, y de que no se da en absoluto esa relación de campechanía, forzada o no, que suelen ofrecer los políticos en circunstancias similares, sometiéndose a frecuentes intercambios de opiniones. "Las preguntas, sólo en la rueda de prensa", advirtió Chaves al principio, cuando a un plumilla se le ocurrió preguntarle fuera de tiempo. Ahora, en la ceremonia matinal de la rueda, le fríen a interrogantes.

El candidato se mueve rodeado por un equipo de su máxima confianza: María Evelia Cuevas, Pilar Guerra, Juan Gallo, Josele Amores y Priscila de Diego, de quienes recibe protección y abrigo. "Que no venga el autobús del presidente todavía", se avisa cada vez que los mítines no tienen bastante público a la hora de empezar. Se suele dar conúenzo unos cuarenta minutos después de la hora prevista, y hay sitios" como en Vélez Málaga, en que se guardan sillas de tijera detrás de los árboles para sacarlas sólo en caso de necesidad.

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