Llegar a Barajas

Llegar a Barajas desde el extranjero continúa despertando los viejos fantasmas de siempre. La desidia nacional se sigue mostrando en el caos y las largas colas en la comprobación de pasaportes, donde el día 18 había dos garitas, una que indicaba "sólo para conexión con vuelos nacionales" y otra "para pasajeros procedentes de la UE exclusivamente" (tenía que haber visto la cara, de unos 50 japoneses que pretendían cumplir las normas y que, obviamente, no pretendían, hacer ninguna conexión nacional). Afortunadamente, ya no son de aglomerado sin pintar las puertas de salida desde la zona de recogida de equipajes: ahora existe un cristal que se ha hecho opaco a brochazos. Cuando se intenta salir del aparcamiento (la señalización del suelo contradice la de los postes) aparece lo más sorprendente: justo en la caseta de salida, un letrero artesanal, cutre en el diseño y la composición, indica que se pague en los cajeros automáticos, sin indicar dónde están. Con suerte, un cuarto de hora después, los que buscan los cajeros, que son muchos, se enteran de que para llegara ellos hay que dejar el coche, volver al aeropuerto y percatarse entonces de que, para abonar el tique, hay que venir bien provisto de monedas españolas (¿desde Londres?, ¿desde París? ... ), porque el cajero no admite billetes, o si los admite no funciona. En definitiva, a diferencia de hace 15 anos, al llegar no se encuentran tricornios, pero todo indica que, desgraciadamente, nada ha cambiado. Créame que no hay en Europa casos como éste. ¿Para qué sirve el organismo Aeropuertos Nacionales, si ni siquiera es capaz de cuidar la que es una de las principales entradas al país? ¿Por qué el Ministerio del Interior no destina a este puesto a agentes más preparados y motivados?-