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Antonio, un adolescente violento comido por los celos

Antonio, el joven de 14 años que supuestamente ahogó hace una semana en Cenes de la Vega (Granada) en una conducción de agua a Nerea, la niña de seis años hija de la mujer que convivía con su padre, no era la primera vez que maltrataba a la pequeña. Desde que la niña y su madre se trasladaron definitivamente a vivir a su, casa de Cenes, hace apenas ocho meses, los celos de Antonio hacia Nerea aumentaron hasta romper en odio. Sin embargo, nadie podía imaginar que el desafecto de aquel muchacho violento, irascible, pudiera acabar en un crimen.

A las tres de la tarde del pasado día 17, Antonio y Nerea salieron a coger caracoles. Según su propia confesión, empujó a la niña por una compuerta de dos metros de profundidad de la conducción de agua potable. La niña se asió a la rejilla inútilmente. La corriente la arrastró varios metros hasta el sifón de la tubería, en donde fue encontrado el cadáver un día más tarde. La causa del fallecimiento, según la autopsia, fue asfixia por inmersión.

El día de la muerte de Nerea, mientras en el pueblo se organizaban patrullas de búsqueda, Antonio estuvo jugando con sus amigos, sin aparentar ninguna preocupación. Interrogado al día siguiente por la Guardia Civil, aseguró que había perdido de vista a la pequeña mientras ambos paseaban por una zona accidentada, llena de zanjas. Sus palabras no convencieron a los agentes, que le trasladaron al cuartel. Tras varias horas de interrogatorio, el muchacho rompió a llorar y admitió que la había dado muerte.

El jueves 19, Antonio fue trasladado a la Fiscalía de Menores. El muchacho -alto, delgado, serio- entró discretamente acompañado por un guardia civil. En la puerta besó con sequedad a su madre biológica, que había llegado de Madrid. Ella, Purificación, y unas hermanas suyas fueron los únicos familiares que se preocuparon por la suerte del joven.

"Sólo llora, no habla", dijo la madre. El joven fue examinado en la fiscalía por varios psicólogos antes de que el juez determinara su ingreso preventivo en un centro de internamiento de menores de Sevilla que cuenta con medidas de seguridad suficientes, al contrario que otros distribuidos por Andalucía, que son prácticamente abiertos. En el caso de que Antonio fuera declarado culpable de homicidio tendría que pasar un máximo de dos años internado en un centro especial. Este periodo se puede prorrogar, excepcionalmente, otros dos años.

Durante el sepelio de la pequeña, casi nadie habló de Antonio, un chaval traumatizado por las disputas familiares de sus padres, que culminaron hace tres años en la separación. No quiso vivir en Madrid con su madre, pero mantenía contactos habituales con ella por teléfono. Después de conversar con Purificación se volvía más irascible. La llegada de Nerea y su madre a su casa de Cenes supuso su definitiva postergación familiar. Su padre había conocido a María José hacía dos años, pero hasta hace ocho meses no iniciaron la conviviencia.

"Era un falso líder, el jefe de un pequeño círculo de jóvenes de colegio. Un niño conflictivo, muy violento. Hasta cierto punto era lógico debido al ambiente familiar en que se movía. Creo que trasladaba sus problemas familiares al colegio", señala Nicolás Cillero, director del colegio donde Antonio estudiaba sexto curso de enseñanza básica. Los vecinos recuerdan que Antonio incluso acompañó alguna vez a Nerea desde el parvulario a la casa de ambos. Cuando conocieron que el joven había admitido haber dado muerte a la niña quedaron paralizados por la sorpresa, sin palabras, como el propio Antonio.

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