La policía británica relaciona a Robert Black con el asesinato de quince niñas
El tribunal de Newcastle le condena a diez cadenas perpetuas
Era un solitario, uno de esos tipos reservados y hostiles al que incluso sus compañeros de trabajo en la empresa de reparto PSD (Poster Delivery Services), de Londres, procuraban evitar. Ante el tribunal de Newcasde que le condenó el jueves a diez cadenas, perpetuas, Robert Black, de 47 años, se limitó a murmurar en un tono frío: 'Bien hecho, chicos". Fueron sus únicas palabras a lo largo de un juicio que ha durado 25 días y cuyos detalles han hecho rebrotar las peticiones de reinstaurar la pena de muerte.
Robert Black, un tipo corpulento, calvo de expresión aterradora, ha sido condenado por el asesinato de tres niñas, y el rapto de otra; pero la condena representa muy pocas novedades para él. Desde julio de 1990, cuando fue detenido en la frontera escocesa después de raptar y violar a una niña de seis años, cumple cadena perpetua en un presidio. Scotland Yard ha desempolvado ahora más de una docena de casos de niñas desaparecidas en el Reino Unido, Irlanda del Norte y Francia, que podrían haber sido asesinadas por el hombre que ha sido descrito por la prensa británica como "el más demoníaco de los asesinos".
Sin embargo, no existen pruebas forenses contra Robert Black, que tampoco ha hecho confesión alguna ante la policía. Todo lo que Scotland Yard ha podido esgrimir como pruebas contra él después de una investigación de doce años, es un montón de material pornográfico infantil, encontrado en su domicilio de, Londres, y la constancia de que, en las fechas fatales, su furgoneta blanca estuvo cerca.
Black disponía de gran movilidad. Por razones de trabajo recorría el país a bordo de su vehículo sin despertar sospechas. Cuando un día de julio de 1982 Susan Maxwell, de 11 años, desapareció en su camino de regreso a casa en Cornhill on Tweed (Northumberland), nadie reparó en que la furgoneta de Black había pasado por allí. El cadáver de Susan tardó en ser localizado. Un año después, Caroline Hogg, de cinco años, fue atacada y asesinada cerca de su domicilio en Portobello (Edimburgo). Las dos muertes tenían demasiadas cosas en común. El mismo estilo monstruoso del asesino, de Sarah Harper, de 10 anos, desaparecida en marzo de 1986 en Leeds. Cuando asaltó a Teresa Thornhill, de 15 años, en 1988 en Nottingham, las cámaras de seguridad de un banco filmaron los movimientos de la furgoneta.
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