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ELECCIONES AL PARLAMENTO EUROPEO

El desinterés acecha a los Doce

Los votantes europeos no muestran entusiasmo por unos comicios que consideran alejados de sus prioridades nacionales

EL PAÍS Los socios más pequeños de la UE acogen con un diferente grado de entusiasmo los eurocomicios, desde los holandeses, que parecen no haber reparado siquiera en ellos, a los belgas, que los miran con preocupación por cuanto de los resultados dependerá la estabilidad de su Gobierno de coalición.

ALEMANIA

Desinterés

En Alemania, las euroelecciones no han despertado el más mínimo interés. No hay ni rastros de encuestas sobre el tema. Sin embargo, no pasa una semana sin que se publiquen datos sobre las intenciones de voto para las elecciones al Bundestag (Cámara Baja) del próximo 16 de octubre. Los partidos ponen de manifiesto la nula importancia de la elección al seleccionar como candidatos a una colección de políticos de cuarta categoría desconocidos por completo.

La campaña ha comenzado a menos de un mes de la elección, pero pocos se han dado cuenta de ello. En la televisión ha comenzado el pase de anuncios de inserción obligatoria y los políticos cumplen con los mítines como con un penoso deber.

Las euroelecciones coinciden con un año electoral en Alemania, en el que se juegan cuestiones tan importantes como el posible cambio de Gobierno, los comicios en varios Estados federados y la elección, mañana, de presidente federal en Berlín. Así, la votación para elegir parlamentarios en un organismo que apenas tiene funciones decorativas no interesa a casi nadie.

Ni siquiera se puede decir que las europeas servirán de piedra de toque sobre la popularidad del Gobierno de centro derecha.

La participación electoral, que será sin duda muy inferior a la de la consulta para el Bundestag, no permitirá sacar conclusiones válidas.

Los electores que acudan a votar el 12 de junio serán los de mayor conciencia política y representan, por tanto, lo que los sociólogos definen como una muestra sesgada de la población. Además, precisamente esos votantes son los más conscientes de que el PE es prácticamente inoperante y podrían no tener inconveniente en mandar un aviso a los partidos en el poder o dar rienda suelta a su indignación contra los políticos, algo que en una elección nacional no harían.

Las elecciones puede que sirvan en Alemania para medir el cansancio europeo del electorado, el posible interés que despiertan en los Esta dos de la antigua República Alemana (RDA), que en 1989 no votaron, y para comprobar si la ultraderecha repite el resultado de hace cinco años y consigue de nuevo una cantidad de votos superior al 5% que le permita en viar eurodiputados a Estrasburgo.

ITALIA

La hora de la revancha

La revolución política que vive Italia, por el contrario, hace que al, menos los partidos contemplen las euroelecciones como una revancha de las nacionales del pasado 27 de marzo, que dieron la victoria al magnate de la televisión Silvio Berlusconi. La prensa está ocupada todavía con el estreno del nuevo Gobierno y apenas ha prestado atención a las euroelecciones.

En el bloque vencedor, el ánimo de revancha es interno entre los tres partidos que lo integran, y debe ser entendido en el contexto de los conflictos y dudas que contraponen a la Liga Norte, Forza Italia y Alianza Nacional, a pesar de su integración en un solo Gobierno.

En la izquierda, la revancha es también paralela a las disputas y resquemores producto de la derrota, y al deseo de cada grupo y grupúsculo de comprobar qué respuesta individual merece todavía por parte de los electores.

No obstante, es clara la fragilidad de los bloques políticos que se pusieron a prueba hace tres meses y la pulsión algo neurótica de seguir confrontándose con un sistema electoral proporcional que ha regido en Italia durante muchos años, pero que probablemente tardará bastante tiempo en volver.

El hecho es que no hay dos partidos que hayan logrado ponerse de acuerdo para concurrir juntos a estos comicios europeos. Tampoco hay nadie, hasta ahora, que haya encontrado el tiempo, el dinero, ni probablemente las energías para hacer campaña europea después de tanto voto. Con la excepción de Berlusconi, quien, henchido de triunfo y al parecer sobrado de medios financieros, es el único que está ya en televisiones y vallas como el cabeza de lista de Forza Italia en los tres distritos electorales italianos. La ley italiana permite compatibilizar los cargos de diputado nacional y eurodiputado, pero no se había dado hasta ahora el caso de que se presentara a las europeas un primer ministro.

Sin duda, trata de seguir capitalizando su éxito y agrandando distancias frente a la Liga Norte, que le ha estado combatiendo precisamente con el objetivo de conservar el apoyo de sus electores. El secretario del Partido Democrático de la Izquierda (PDS), Achille Occhetto, le acusa de estar preparándose un plebiscito.

Alianza Nacional responde, por su parte, a las críticas suscitadas en el PE por la entrada de ministros neofascistas en el Gobierno italiano con unas candidaturas que indican hasta qué punto el asunto le trae sin cuidado. La más notable es la de Massimo Abantangelo, procesado hasta hace pocos meses como presunto terrorista negro.

El PDS tratará de demostrar que sin él la oposición sumaría pocos votos; los comunistas, que la existencia de un Gobierno de derechas les favorece electoralmente, y los demás, incluidos los ex democristianos del Partido Popular Italiano (PPI), se conformarían si el resultado indicara que todavía existen.

FRANCIA

La sucesión

Para los franceses, las euroelecciones serán un ensayo de las presidenciales previstas para 1995, aunque no un ensayo general, porque los principales actores de la derecha, los auténticos presidenciables, se quedarán en el patio de butacas. El objetivo es comprobar si el nudo argumental -la unidad de los grupos conservadores- sigue gustando al público y juzgar el reparto alternativo que ofrece la izquierda.

La coalición conservadora ha conseguido presentar una sola lista oficial, que, salvo un vuelco casi inimaginable, debería ganar con holgura. Se trata de una lista de poco brillo, encabezada por el alcalde tolosano Dominique Baudis, a la que las encuestas pronostican en torno al 35% de los votos, suficiente para obtener una mayoría vistosa.

Por el lado de la derecha hay poca emoción. Gaullistas y centristas están cómodamente insta lados en una amplísima mayoría parlamentaria. Las dos figuras laullistas, el primer ministro, Edouard Balladur, y el alcalde de París, Jacques Chirac, se reservan para las presidenciales. Los dos grandes segundones -el ministro del Interior, Charles Pasqua, y el presidente de la Asamblea Nacional, Philippe Séguin -se guardan sus reticencias respecto a la UE y ocultan sus cartas, a la espera de la previsible guerra interna conservadora cuando llegue la hora de presentar las candidaturas a la presidencia.

Las elecciones no han propiciado un gran debate sobre Europa. La derecha está parcialmente descontenta con el Tratado de Maastricht. Los socialistas proponen su "revisión inmediata", pero nadie, salvo los antieuropeos convencidos, plantea alternativas claras. El centro de atención en el arranque de la campaña es la guerra de Bosnia, una cuestión técnicamente externa a la UE, pero símbolo de su impotencia diplomática.

Quien más arriesga políticamente es el Partido Socialista (PS). Su líder, Michel Rocard, necesita un resultado digno para defender su candidatura presidencial. Si queda por debajo del 23% al 24% de los votos, el partido buscará alternativas a Rocard. Pueden serlo el presidente saliente de la Comisión Europea, Jacques Delors; la hija de éste, la ex ministra Martine Aubry, y el ex ministro de Cultura Jack Lang. O incluso Bernard Tapie, ex ministro socialista, ex magnate (con varios sumarios judiciales abiertos), ex dirigente futbolístico (inhabilitado por corrupción) e interesante fenómeno político.

Tapie compite, con sus antiguos compañeros socialistas con una lista hecha a su medida (Energía Radical). Las encuestas le muestran en alza y le atribuyen hasta un 15% de los votos.

Las listas de los comunistas y los neofascistas aspiran a poco más que un 10% de los votos. Los demás -una miríada de candidaturas radicales, federalistas, anti-Maastricht, intelectuales o pro-Bosnia- difícilmente superarán el umbral del 5% de los votos necesarios para obtener un escaño en Estrasburgo.

REINO UNIDO

Descenso 'tory'

Lo mismo que los socialistas franceses, los conservadores británicos se juegan mucho en las euroelecciones. La verdad es que ni siquiera Edwina Currie, parlamentaria conservadora, ex secretaria de Estado de Sanidad en uno de los Gobiernos de Margaret Thatcher y ocasional novelista, tiene asegura-

El desinterés acecha a los doce

do su escaño. Las cosas se le han puesto muy duras al Partido Conservador en el poder, que no ha dejado de perder europarlamentarios en una caída permanente desde 1979. Si las encuestas aciertan, los conservadores no superarán los 12 eurodiputados del total de 87 que serán elegidos por los ciudadanos del Reino Unido entre más de 500 candidatos.Los tres principales partidos -conservadores, laboristas y liberal demócratas-, además cíel Partido Verde y del Partido de la Ley Natural -seguidores de Maharishi Mahesh Yogi-, presentan candidatos en todas las circunscripciones electorales británicas.

Pero no sólo los conservadores se enfrentan maltrechos y divididos sobre el modelo de relaciones del Reino Unido con Europa. Son los propios ciudadanos británicos quienes siguen teniendo el corazón y el cerebro divididos en torno al continente. La cuestión europea sigue siendo un caballo de batalla para la totalidad de los partidos en liza, hecha excepción de los verdes.

Las elecciones se celebran en medio de la psicosis creada en torno a la necesidad de un referéndum sobre la moneda única y sobre el límite de integración del país en la UE. Además de los más excéntricos parlamentarios tories gente muy seria y calculadora estima que el referéndum sobre hasta dónde debe llegar la cesión de soberanía a Bruselas debería estar en la agenda de todos los partidos.

La actual distribución de fuerzas en Estrasburgo puede verse también sumamente alterada con la irrupción de los liberal demócratas, la verdadera fuerza emergente a juzgar por las encuestas y por los propios resultados obtenidos, en las elecciones locales del pasado día 5. Extrapolando sus excelentes resultados pasaría de cero a 14 eurodiputados, mientras que los laboristas aumentarían su actual mayoría de 45 hasta los 56 escaños. Las euroelecciones en el Reino Unido se celebran el 9 de junio, aunque los resultados serán dados a conocer junto con los de los demás países de la UE.

ESPAÑA

Corrupción en campaña

Por el contrario que en los demás socios europeos, en España los casos de corrupción han introducido dosis tan altas de irritación entre los votantes que se han convertido en el argumento principal de las euroelecciones. Las descalificaciones, los escándalos, las sospechas de corrupción se han instalado como argumentos centrales en una campana que ignora, por el momento, el proceso de construcción europeo o la ampliación en puertas (Suecia, Noruega, Finlandia y Austria), pese a las inevitables consecuencias que tendrá para un país meridional como España. Los dos principales partidos (Partido Socialista Obrero Español, PSOE, y Partido Popular, PP) han centrado sus estrategias en el acoso a sus respectivos líderes, Felipe González y José María Aznar, ignorando a los cabezas de lista, Fernando Morán por los socialistas, y Abel Matutes por los populares, que parecen condenados a tener un papel subalterno y desairado en esta campaña.

El PP tiene grandes esperanzas de alcanzar su primera victoria a nivel nacional sobre el PSOE, lo que le permitirá presentarse como una alternativa real de gobierno. Por eso, intenta dar a estos comicios el carácter de unas elecciones primarias ganadas por Aznar.

HOLANDA

Problemas internos

Los socios más pequeños de la UE esperan que las euroelecciones tengan una cierta repercusión en sus políticas internas, aunque más que los votantes son los partidos políticos los que centran su atención en los comicios. Entre ellos, el índice de mayor indiferencia, al menos aparentemente, se da entre los holandeses. Ni políticos ni ciudadanos parecen reparar en la campaña electoral europea.

La razón es que han salido recientemente de unas elecciones nacionales y aún no han alcanzado un acuerdo definitivo para la formación del nuevo Gobierno. Están demasiado preocupados por los asuntos internos, y a estas alturas ni tan siquiera han aparecido los primeros sondeos sobre la intención del voto.

Once candidaturas se disputarán los 31 escaños para el PE. La tendencia marcada por las elecciones nacionales se revalidará probablemente en junio con un reparto de votos entre los cuatro partidos mayoritarios: el democristiano CDA, el laborista Pvda, el liberal VVD y el progresista D66.

BÉLGICA

Estabilidad

Al contrario que los holandeses, Bélgica atribuye gran importancia a las euroelecciones por razones internas. La estabilidad de la coalición de Gobierno, que encabeza el socialcristiano Jean-Luc Dehaene, depende del resultado de las europeas. Bélgica es un país gobernado por abigarradas alianzas. La actual coalición, formada tras las elecciones de 1991 por socialistas de Flandes (Socialistische Partij) y francófonos (Parti Socialiste), y por socialcristianos flamencos (Christelijke Volkspartij) y francófonos (Parti Social Chrétien), quedará por debajo de la barrera del 50% de los sufragios, según indican numerosas encuestas.

Los sondeos son especialmente negativos para el Gobierno en Flandes, donde los dos partidos presentes en la coalición sufrirán una fuerte caída y sólo alcanzarán el 37%. El partido en alza es el de los liberales flamencos (Vlaamse Liberalen en Demokraten), así como la extrema derecha xenófoba del VIaams Blok. En el sur francófono, en cambio, las dos grandes fuerzas mantienen todavía la, barrera del 50%.

GRECIA

Interés partidista

Los votantes griegos, como otros socios de la UE, se muestran in diferentes y sólo los partidos políticos consideran importantes las euroelecciones. Los griegos elegirán a 25 eurodiputados. Grecia atraviesa por graves problemas económicos, que han situado al país en el penúltimo puesto entre sus socios europeos. La postura del Gobierno de Atenas en el conflicto con la república ex yugoslava de Macedonia y sus fuertes lazos con los serbios han sido criticados por la UE.

El partido gubernamental, Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), intentará conservar la fuerza que le llevó al poder el pasado octubre (espera obtener entre el 42% y el 45% de los votos). Los conservadores de la Nueva Democracia (ND), oposición mayoritaria que perdió el poder tras tres años en el Gobierno, intentará conseguir no menos del 39% del voto.

DINAMARCA

Preludio electoral

Para los daneses, las europeas son un preludio de sus elecciones generales, previstas para diciembre, y los resultados serán observados como un barómetro sobre el futuro de los dos principales candidatos en liza, el actual primer ministro, el socialdemócrata Poul Nyrup Rasmussen, y el liberal y ex ministro de Exteriores Uffe Ellemann-Jensen.

Tanto la derecha como la izquierda, salvadas algunas pequeñas diferencias de enfoque sobre las decisiones del PE, coinciden en los principios.

Un año después del sí danés en el segundo referéndum sobre la participación de Dinamarca en el proceso de la UE, los que se oponen al proyecto se presentan a las euroelecciones con el objetivo de ganar votos suficientes para poder minar desde dentro las instituciones comunitarias.

PORTUGAL

Socialistas, favoritos

A un año y medio las eleccio nes generales, los cuatro principales partidos políticos portugueses juegan claramente en dos planos distintos para los comicios europeos.

El Partido Socia lista es el gran favorito. El Partido Comunista de Portugal (PCP) y el Centro Democrático Social-Partido Popular (CDS-PP), de Manuel Monteiro, esgrimen por primera vez argumentos extrañamente coincidentes contra el Tratado de Maastricht y en en defensa de la soberanía nacional.

IRLANDA

La prioridad es otra

La cuestión europea permanece en Irlanda, por el momento, en un segundo plano. Lo que más preocupa ahora a los irlandeses es el conflicto del Ulster, un asunto que se convirtió, desde las elecciones de 1992, en la máxima prioridad del Gobierno, y sobre cuya resolución, basada en la llamada Declaración de Downing Street, existe un acuerdo generalizado entre los principales partidos. La coalición gubernamental formada por el Fianna Fáil (nacionalistas conservadores) y el Partido Laborista (izquierda moderada) es sólida. El resultado de las elecciones europeas no tendrá influencia en el equilibrio doméstico entre las fuerzas políticas. La campaña electoral se centra en las ventajas que la UE puede seguir reportando a la agricultura irlandesa. LUXEMBURGO

Doblete

Finalmente, las elecciones europeas coinciden en Luxemburgo con las generales, un país donde la estabilidad política permite evitar la disolución anticipada del Parlamento. Los grandes líderes de este pequeño país se presentan a las dos elecciones con el objetivo de dimitir si forman Gobierno y de quedarse en el PE si no lo consiguen. Las europeas adquieren así un carácter nacional, a pesar de que hay una única circunscripción frente a las cuatro de las generales. La principal incógnita de las europeas es ver si por primera vez llega un verde a Estrasburgo, y de las generales, saber hasta dónde alcanza el castigo a los partidos de gobierno (socialistas y socialcristianos).

Trabajo elaborado por Ángel Antonio Hernández con informaciones de José Comas (Bonn), Enric González (París), Peru Egurbide (Roma), Lola Galán (Londres), Lluis Bassets (Bruselas), Eudo Adriazola (Atenas), Charo Gasca (Copenhague), Sonia Robla (Amsterdam), Nicole Guardiola (Lisboa) y José Miguel Larraya (Madrid).

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