Las guerras argelinas
LA SITUACIóN en Argelia no es, simplemente, de guerra civil entre dos bandos, sino de atomización en el interior de un conflicto con una multiplicación de los. factores de violencia, que hacen infinitamente más problemática la solución del problema.El reciente ataque a un convoy de cooperantes civiles rusos, en el que murieron tres de sus componentes y ocho miembros de la escolta militar argelina, no es sólo un paso más en la escalada de un combate fratricida, sino el dato que ilustra una guerra de todos contra todos; un conflicto en el que las fuerzas del integrismo islámico buscan objetivos diferentes con medios aún más dispares, en el que las fuerzas de seguridad del Estado golpean sin tener siempre plena conciencia de contra quién actúan, y en el que es cada vez más difícil distinguir entre una acción puramente política y una actividad de exclusiva represión militar.
En el bando insurreccional cabe distinguir cuando menos tres facciones: los que hacen la guerra contra todos sus enemigos, sean fuerzas del Estado, extranjeros que por el solo hecho de serlo han sido erigidos en blanco del terror y adversarios políticos fuera y dentro del extenso arco del integrismo; los que golpean más selectivamente sobre los servidores del Estado; y, finalmente, aquellos que, con mayor o menor complicidad con los anteriores, parecen dispuestos a algún tipo, de diálogo.
Frente a esta variedad de batallas campales se halla un Gobierno de fuerte componente militar, en el que las divisiones son, quizá, menos aparentes pero no por ello menos reales. Junto a un sector partidario de jugar la carta de la negociación, gana fuerza el agrupamiento que cree que la única respuesta al fuego es el fuego. Se equivocan. La fragmentación de los enemigos del régimen parece insuperable. Es por ello en el bando del Estado donde debe producirse una clarificación de objetivos y de medios.
El Gobierno argelino sólo sacará al país del pantano de sangre si logra establecer una negociación a fondo con el Frente Islámico; ésta sólo puede encaminarse al establecimiento de la democracia en el país. Lo malo es que no se sabe bien quién es el verdadero interlocutor en Argel ni tampoco está muy claro con quién se puede negociar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.