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Haldeman desnuda a Nixon

Las memorias del fallecido ex jefe de Grabinete muestran el lado más siniestro del también difunto ex presidente

Todavía no se han disipado las nubes de incienso histórico entre las que fue enterrado Richard Nixon cuando un testimonio directo de su actuación como presidente vuelve a poner en entredicho la elaborada imagen de gran estadista y genial estratega internacional. El pasado jueves se puso a la venta en todas las librerías norteamericanas el diario personal de H. R. Haldeman, jefe de Gabinete de Nixon entre 1969 y 1973. A lo largo de 700 páginas, el libro ofrece espeluznantes opiniones de Nixon sobre negros y judíos, barbaridades que se le ocurrían para chantajear a enemigos y rivales, rabietas y venganzas infantiles y manipulación de cuanto sirviera para consolidar su presencia en la Casa Blanca.

Los diarios de Haldeman reproduce grabaciones en magnetófono en forma de apuntes, con escasas opiniones personales. Eso facilita que se pongan los pelos de punta al leer párrafos como éste: "Día 28 de abril de 1969. P. [el presidente] subraya que hay que abordar el hecho (le que el problema real está en los negros. La clave está en organizar un sistema que tenga esto en cuenta sin que lo parezca. Apunta [Nixon] que nunca en la historia ha existido una nación negra competente, y que es la única raza con la que ocurre una cosa así. Dice que Africa no tiene solución". No hay racismo sin antisemitismo". "Día 1 de febrero de 1972. Considerable discusión sobre el terrible problema derivado del total dominio que tienen los judíos sobre los medios de comunicación Y acuerdo en que es algo de lo que habrá que ocuparse".

Nixon tomó buena nota de turbio accidente de tráfico sufrido por Edward Kennedy en Chappaquiddick, en el verano de 1969, y en el que la secretaria de Kennedy murió ahogada, y "quiso asegurar que el senador no se librara de ello", dice Haldeman. que ilustra otro marcaje al posible rival presidencial: Nixon encargó que un detective privado siguiera a Kennedy cuando fue a París para asistir a los funerales de Charles De Gaulle, en 1970, y recibió con satisfacción fotos en las que se veía al senador entretener ratos muertos con variada compañía femenina.

En 1973, Nixon consideró la posibilidad de chantajear al ex presidente Lyndon Johnson -con la amenaza de dar a conocer grabaciones ilegales encargadas por él cuando estuvo en la Casa Blanca- para que utilizara su influencia y detuviera la maquinaria de investigación del Congreso sobre el escándalo Watergate. Otras nobles iniciativas de Nixon -registra fielmente su jefe de gabinete- tenía que ver con la infiltración en grupos cívicos y la búsqueda de enfrentamientos con piquetes para presentarlos como "ataques izquierdistas" a los candidatos republicanos.

Las citas de Haldeman muestran cómo Nixon planeó su estrategia internacional, de China a Vietnam, para ser utilizada en la reelección de 1972; la obsesión con la imagen y las explosiones de furia al leer resúmenes de prensa o ver las noticias en televisión; su guerra contra las filtraciones, pese a ser un filtrador maquiavélico; la paranoia que le hacía ver enemigos en todas partes y las pequeñas venganzas con su propia gente, como cuando ordenó el cierre de la pista de tenis de la Casa Blanca, que sus ministros utilizaban, después de que ningún miembro de su gabinete respaldara públicamente su decisión de intervenir en Camboya.

Dirigir con mano firme la! riendas de la primera potencia internacional no le impedía a Nixon prestar atención a otros problemas: de ahí la fulminante destitución de Robert Marston, director del Instituto Nacional de la Salud, por decir que la tenencia de marihuana debería tratarse como las infracciones de tráfico. Otra idea genial que no llegó a ponerse en práctica fue enviar un helicóptero a sobrevolar una vigilia de protesta contra la guerra de Vietnam para apagar las velas de los manifestantes.

Haldeman, mano derecha de Nixon durante cuatro años, fue agente y víctima del Watergate. Dimitió en 1973 y fue procesado por conspiración y obstrucción a la justicia. Murió el 12 de noviembre, en el proceso de edición de los diarios que su jefe tampoco ha podido leer.

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