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Reportaje:

La villa del entremés

La lluvia, una fina y persistente llovizna primaveral, aguó la función de los animosos Cucamongas en el recoleto y pintoresco anfiteatro Tierno Galván de Daganzo. Daganzo, para los que no lo sepan, es un pueblo situado a cinco leguas de la capital y a bastantes menos de Alcalá de Henares. Los Cucamongas, y esto es algo que muy pocos saben fuera de Daganzo, es el nombre que se han puesto los integrantes del grupo infantil de teatro del pueblo. Daganzo tiene 2.000 habitantes y dos grupos de teatro, el de los niños y el de los jóvenes, que para confirmarse en su vocación dramática y proclamarla ante todos los públicos han decidido llamarse Erre que Erre. De la afición teatral en Daganzo habla este mes la revista La Comarca, en la que Andrés y Sofi hacen una relación de los grupos teatrales que precedieron a estos de ahora y que representaron un variado repertorio de obras clásicas y modernas, como El médico a palos, La ciudad no es para mí, Marianéla o La herida luminosa. El artículo de La Comarca se ilustra con el programa de una "gran función" benéfica que se celebró el 8 de junio de 1947, domingo, cuya recaudación, sirvió para adquirir "una imagen de la Virgen del Espino, tan venerada por todos". La obra elegida fue un drama histórico y regio, como correspondía a tan solemne ocasión, El peso de una corona, drama en cuatro actos de Bellafont, representado por un elenco exclusivamente femenino. En previsión de que alguien no quedase satisfechocon los cuatro actores, las actrices, al finalizar la obra, cambiaban sus mantos y sus coronas por mantillas y pañolones campesinos para interpretar, como propina, cuadros de gran vistosidad, como los titulados Mi pañolón, Ofrecimiento y Mantilla española. La comisión organizadora, por si quedaban dudas de sus intenciones, incluía una nota de advertencia al pie del programa: "El teatro, cuando es bueno, instruye, moraliza y deleita. Acuda usted a este acto y se convencerá de esta verdad".A los de Daganzo no hace falta que nadie venga a convencerles de las virtudes y- bondades del teatro. Su tradición teatral se remonta en los tiempos hasta el Siglo de Oro, cuando un inquieto joven alcalaíno llamado Miguel de Cervantes escribió un entremés titulado La elección de los alcaldes de Daganzo, cuadro de costumbres rústicas donde se tratan con ironía, música y danza asuntos de eterna actualidad, con enjundiosos apuntes sobre la corrupción política o la intromisión eclesiástica en los asuntos civiles. La elección de los. alcaldes de Daganzo fúe representada por primera vez en la Plaza Mayor del pueblo de su nombre en 1975 por el Grupo Artístico de la Universidad Laboral de Alcalá de Henares, como recuerda el librito que el Ayuntamiento editó modestamente en ese mismo año. En el prólogo de esta edición, José García Saldaña imagina al niño Cervantes correteando por estos sotos y riberas del Henares y sus afluentes, y apunta que el joven Miguel podría haberse basado, en algún suceso real a la hora de escribir el entremés. García Saldaña dice otras cosas muy interesantes sobre Daganzo y propone para esta localidad el nombre honorífico de La Villa del Entremés, título que se me antoja tan merecido como adecuado y que le tomo prestado. Ser alcalde en Daganzo conlleva un gran honor, pero también. una elevada responsabilidad, que asume con pleno convencimiento su regidor actual, Emilio Valladar, que fue actor antes que político y pastor antes que actor. Valladar, alcalde socialista, asegura 4,1, Su Paso por el cuadro artístico local fue la experiencia que le decidió a dar el salto .a la politica y le enseñó a comportarse en los peligrosos escenarios de la vida pública. Valladar compagina sus tareas de alcalde con la artesanía de la forja, en un pueblo que tiene su arquitectura popular magníficos, exponentes del género, verjas y rejas antiguas de ventanas y balcones, al mismo tiempo airosas y rotundas, que ennoblecen las fachadas de su casco antiguo. La remozada Plaza Mayor, con la nueva casa consistorial y la vieja y restaurada iglesia de la Asunción, cuenta también con un escueto surtidor central que se derrama directamente sobre el desagüe sin estanque ni pilón en su entorno. Surtidor provisional al parecer, pues pronto será sustituido por una de esas farolas, probablemente fernandina, que tanto les gustan a los madrileños, ya sean de pueblo o de capital.

Fundada en el siglo XII, Daganzo alberga en sus proximidades una necrópolis visigótica de importancia y en su centro una nueva casa de cultura a punto de inaugurarse, un moderno y amplio edificio de ladrillo que sin duda sabrán aprovechar los cultos pobladores de la villa. Villa, que fue agrícola y cerealista, aunque ahora viva de la industria instalada en su polígono y de la construcción. Desde los años setenta, el!censo de Daganzo ha pasado de 700 a 2.000 habitantes y sigue creciendo. No hay paro, dice el alcalde Valladar, que exhibe orgulloso los planos y los proyectos de ampliación del pueblo, donde se construyen ordenadamente chalés adosados y sin adosar.

Este fin de semana, el Ayuntamiento de Daganzo ha montado un pabellón en Expohenares y ha trasladado allí el despacho de su alcalde, una maqueta del casco antiguo y una vitrina donde se exponen su Carta Magna de 1619 y otros documentos que dan fe del abolengo de la villa y de sus antiguos privilegios. Pero el alcalde mira más hacia el futuro que hacia el, pasado y reclama la atención del cronista sobre las nuevas urbanizaciones, vídeos y fotografías que testifican el incesante crecimiento de su pueblo. Luego, sobre un plano vivamente coloreado, Emilio Valladar se explaya sobre los detalles del ordenamiento urbano y hace hincapié sobre el croquis de un nuevo parque fluvial que hará moderadamente navegable, con una profundidad de 50 centímetros por razones de seguridad, un sector del arroyo local. Sobre el plano, que incluye una exhaustiva relación de árboles y plantas, se ven ya reflejadas las futuras embarcaciones de recreo, que funcionarán con baterías o a pedales, según, lo que permita el presupuesto.

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