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Inquisidores e inquiridores

Antonio Elorza

Comprendo la preocupación de Enrique Gil Calvo, autodeclarado "compañero de viaje" por apoyar el proyecto PSOE Pero ya es menos aceptable que la misma le lleve a machacar ante los lectores la historia de la limpieza de sangre en España, en su afán por presentar a los socialistas como hermanos de aquellos conversos -que a finales del siglo XV persiguiera la Inquisición. Veamos. No hay "estatuto de probanza que certifique limpieza de sangre". Una cosa son los estatutos que una institución adopta para garantizar la pureza de sangre de sus miembros y otra la probanza, la demostración que hace un individuo de que su árbol genealógico, no está contaminado. Tampoco cuadra eso de "público sambenito capaz de certificar la probanza de tu limpieza de sangre". El sambenito es todo menos una garantía de limpieza. Consiste en el distintivo que marcaba a los penitentes de la Inquisición: lo contrario de lo que indica Gil Calvo. En conclusión, si queremos esgrimir ejemplos históricos para combatir una supuesta neurosis o histeria, colectiva, es útil no contribuir a la confusión general consultando previamente la abundante -bibliografía sobre la limpieza de sangre, desde el libro clásico de Sicroff.Por otra parte, conviene examinar la adecuación a las circunstancias actuales del "míto de la Inquisición" a que hacen una y otra vez referencia políticos (desde Solchaga a Belloch) e intelectuales favorables al Gobierno. Admitamos que es un recurso socorrida, porque: a) arroja cualquier crítica al saco sin fondo de la España negra (y de su heredero el franquismo); b) permite una fácil asociación con fenómenos contemporáneos de caza de brujas, tipo maccartiano, y c) invierte la situación real y coloca al Gobierno y a sus seguidores en posición de víctimas de cuanto ocurre. Por usar la palabreja que todos repiten tras su puesta en circulación por González, los gubernamentales serían aquí y ahora unos "abochornados" que comparten la perplejidad irritada con el sano pueblo frente a un par de mangantes, pero son capaces de superar "la histeria colectiva" proponiendo eficaces soluciones de futuro, lo cual no les libra de la injusta persecución.

Para empezar, habría que recurrir a la ironía, advirtiendo que quienes para su suerte no sufren persecución alguna son los próximos a Roldán. Sus próximos se han esfumado ya con tanta tranquilidad como el jefe de la familia y, en cuanto a posibles colaboradores, Ferran Cardenal declara el, 16 por la noche a Telemadrid que una profunda investigación sirve ya para probar la ausencia de complicidades en la corrupción y en la huida dentro de la Guardia Civil. Podemos estar tranquilos: no habrá por ese lado autos de fe, ni siquiera autillos.

Y es que la Inquisición era un órgano de represión de la herejía desde el poder. Un segundo elemento que la definía era la opacidad de un procedimiento cerrado totalmente hacia el exterior. Todo lo contrario de cuanto hoy sucede y que las sospechas y las preguntas surgen de la sociedad y "no gratuitamente, sino a partir de la constatación de unos hechos que el Gobierno no está contribuyendo precisa ni ente a aclarar. Todo lo que el Cesid aporta es que Roldán se iba de copas. Y el Ministerio del Interior, nada. La opacidad se encuentra, pues, del lado del Gobierno, como en el caso de la Inquisición, con la diferencia de que ahora no se utiliza para investigar, sino, a mi juicio, para encubrir.

En realidad, la actitud social mayoritaria ante la corrupción no parece inquisitorial, sino inquisitiva. No la sostendrían inquisidores, sino inquiridores, preocupados por despejar unas nubes que han ido ennegreciéndose en los años de gobierno del PSOE. La aspiración es modesta. Una gestión más transparente, cuyo funcionamiento se atenga al marco jurídico y no a la presión de este o aquel poder fáctico. Es decir, que yo vea en el Estado el garante de mis derechos y no un instrumento de intereses particulares dispuestos a servirse -con elegancia o ferocidad, es lo. mismo- de un poder público al que han venido considerando su patrimonio personal.

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