John Smith
LA MUERTE de John Smith, el líder del Partido Laborista británico, a consecuencia de un infarto, ha dado lugar a una manifestación de duelo de todas las fuerzas políticas; era tina persona que se había ganado el respeto de sus adversarios. Para los laboristas, la pérdida se produce en un momento dramático: Smith había demostrado, desde que sustituyó a Kinnock hace dos años, que era un líder capaz de superar las polémicas internas que tanto han debilitado a ese partido, y de encaminarle a la conquista de nuevos electores.En las recientes elecciones municipales, el Partido Laborista obtuvo, bajo la dirección de Smith, una victoria aplastante, penetrando en sectores que anteriormente le estaban vedados. Los conservadores y el jefe del Gobierno quedaron muy seriamente quebrantados. Ello despertó fuertes esperanzas entre los laboristas de que volverían al poder en la próxima elección parlamentaria. Y Smith era considerado, en amplios medios de la opinión pública, como el futuro jefe del Gobierno británico. Por otra parte, estaba lanzado a fondo en la campaña para dar a los laboristas una nueva victoria en las elecciones europeas.
Los cambios que Smith ha introducido para modernizar la vida del laborismo se mantendrán con toda seguridad. Pero el problema del sucesor suscita desde ahora especulaciones: para designarlo se reunirá un colegio electoral en el que figuran, con igual representación, los sindicatos, el grupo parlamentario y las organizaciones de base del partido. Pero no es probable que ese colegio sea convocado antes de las elecciones europeas: mientras tanto, los laboristas seguirán dedicados a su campana electoral, con la esperanza de que la pérdida de su líder no les debilite.
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