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Tribuna
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El hipopótamo

El pendón se muestra ahora entre mujeres, entre mujeres, ¡oh ... ! desnudas. Qué deliciosa precisión la del titular de Interviú, qué anacronismo subyugante. ¡Y van desnudas ... ! Poco a poco, como era de prever, van desvelándose los secretos de Estado que don Roldán atesora y guarda. ¿Calvo y barrigón ... ? Pues mirad cómo avanzo entre el follaje. Hay quien teme por el futuro de la Guardia Civil: vana quimera. En 150 años el cuerpo ha resistido toda la literatura, incluso la peor literatura. Los cromitos señoritingos de Lorca, por ejemplo. Los innumerables caminos de estiércol recorridos por la Santa Pareja (Valle). El neorrealismo cinematográfico: un fundido estremecedor de correajes y bigotes.Por tanto un cuento porno -no lo digo por las fotos, sino por el texto, por todo el texto- no va a sacarlo ahora de quicio. La Guardia Civil es esto: un número tendido bocabajo sobre un charco de barro en Lequeitio, un oficial atendiendo a los forasteros en inglés perfecto, poco antes de que se inauguren en el Estadio los Juegos Olímpicos, y la Guardia Civil es, también, su teniente coronel Castillo Quero, el del caso Almería. Es decir, crimen y orden; Estado, hoy y siempre. Hasta tal punto Estado -memoria, inercia, corrupción, desde luego, pero también voluntad colectiva de las gentes en levantarse cada día de la cama con la menor vergüenza posible- que un pendonazo pudo dirigirla durante siete años.

La historia de Roldán va a dar mucho juego. Mucho verso y mucha pornografía, incluso política. Pero el hecho trascendente es que Roldán fue durante mucho tiempo un hombre de Estado. Comprendo que ante la evidencia haya quien extraiga consecuencias muy inquietantes sobre el Estado. En mi juicio, priman las tranquilizadoras. El Estado es un animal ciego, en efecto. Pero deglute como el hipopótamo.

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