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Leguina no quiere que Barranco sea el secretario general de la FSM

Javier Casqueiro

El debate previo a la apertura esta tarde del VII Congreso de los socialistas en Madrid se ciñe ya a un nombre: Juan Barranco. El ex alcalde se ha convertido en el desestabilizador del acuerdo alcanzado entre guerristas y renovadores, que han logrado consensuar las ideas aunque no las personas. Barranco es el hombre del guerrista José Acosta, presidente de la Federación Socialista Madrileña, para ocupar la secretaría general. Leguina no lo acepta y ha propuesto a dos de sus consejeros.

El presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, y José Acosta ya se han enfrentado en situaciones similares. Es una pugna histórica a la que Barranco casi nunca es ajeno, por lo que los tres consideran que la Federación Socialista Madrileña, con 21.056 militantes, es una "mesa camilla" que se soporta con tres patas. Leguina, que en anteriores ocasiones se alió con Barranco, quiere cambiar ese modelo con soportes nuevos. Acosta no opina igual y ha reivindicado ahora la figura del ex alcalde como el mejor candidato para la secretaría general de una federación que, por no superar sus pequeñas intrigas, está cada vez más marginada de la estructura estatal.Acosta era miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE y fue borrado en el 33º Congreso. Leguina, que manifestó públicamente su interés por estar en esa lista, no fue propuesto por Felipe González desde el primer momento. Estas decisiones son interpretadas como un "castigo" debido a la situación de lucha permanente en que vive esta federación. Los últimos tres años son muy clarificadores en este sentido. En su VI congreso, celebrado en febrero de 1991, se eligió para unificar a los dos bandos del socialismo madrileño a Teófilo Serrano como secretario general integrador. Inmediatamente tomó partido por el guerrismo, para pasar luego a ser uno de los mayores defensores de la renovación preconizada por Leguina desde sus sonadas intervenciones en el hotel Chamartín. Ese trasvase ha creado resquemores que parecen insalvables.

En las últimas fechas, Leguina y Acosta han aparcado sus rencillas. Fundamentalmente porque las distintas elecciones en las agrupaciones han demostrado que en Madrid las fuerzas están divididas casi a la mitad.

Acosta apadrina a Barranco y lo ha tomado como un asunto personal. Si el ex alcalde se retirase, los guerristas aceptarían que Acosta continuase como presidente, y el secretario general fuese uno de los dos consejeros que ha sugerido Leguina: Pedro Sabando, mejor visto por Izquierda Socialista y los guerristas; o Jaime Lissavetzky, con más apoyos entre los renovadores.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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