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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La mar serena

Lluís Llach: Un pont de mar blava

Músicos: Lluís Llach, Laura Almerich, Jordi Armengol, Manuel Rabinad, Lluís Ribalta, Quico Rodríguez, Miguel Ángel Esteve, Enric Canada, Jauma Vila, Xavier Lozano, Pep Poblet, Xavi Puig, Carlos Izaga. Teatro Albéniz. Madrid, 5 de mayo.

Fue la presentación en Madrid del último álbum de Lluís Llach, Un pont de mar blava (Un puente de mar azul). El espectáculo permanecerá hasta el día 8 inclusive. La velada fue una gozada serena inundada de belleza y de brisas mediterráneas. Mientras en la calle y en las televisiones había marejada política, en el Albéniz reinó la mar serena. Llach apareció solo en el escenario y dijo: "En días aciagos como hoy es mejor cantar a la amistad". E interpretó Laura, inicio de un prólogo musical, en el que también se incluyeron entre otras, L'estació y La gallineta. En esta primera parte se constató que el artista estaba en forma y que el sonido y las luces eran magníficos.Pero fue en la segunda parte, toda ella formada por la interpretación de Un pont de mar blava, cuando se llegó a un ambiente poético y sonoro que puede ser calificado como sublime. Hubo momentos de tal brillantez, emoción, sensibilidad y barroquismo, que el público quedó clavado en sus asientos durante los 45 minutos que duró el poema sinfónico. Porque esta última obra de Lluís Llach, partiendo de la música popular, la trasciende y la convierte en suite. Ya nos tenía acostumbrados a ello en discos anteriores, como Campanadas a mort y Vèrges 50. Pero esta que nos ocupa es su obra más perfecta hasta el momento. Y también la más ambiciosa.

Visión de futuro

Con textos del poeta Miquel Martí i Pol y del propio cantante y compositor, este Puente de mar azul es una afortunada amalgama de espacios sonoros y lingüísticos multiculturales ligados al Mediterráneo. Pero la aleación no se ha realizado con visión de nostalgia sino de futuro. Las más sofisticadas máquinas acústicas, los más modenros sintetizadores, se han puesto al servicio de zanfoñas, marimbas, tenoras, guitarras, clarinetes, voces, lenguas, razas y culturas.

Todos los músicos, todos los técnicos de luz y sonido, la producción, la dirección: todo debe ser destacado. Pero, además de la magistral sobriedad de Llach llamó la atención la intervención de dos cantantes extraordinarias, una griega y otra árabe: Nena Venetsanou y Amina Alaoui, respectivamente. En algunos momentos, Venetsanou recordaba mucho a María Farandouri en el disco que grabó con canciones populares musicadas por Mikis Theodorakis

Al terminar la sinfonía el público saltó de sus asientos y rindió a todos los artistas una de las ovaciones más sosegadá, más sincera y más larga que se han escuchado en este teatro. Llach, durante sus actuaciones, hace pensar que aún es posible la esperanza, que aún es posible el placer del mestizaje.

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