Cine basura
Me gusta ir a los grandes cines de la Gran Vía o Fuencarral; algunos, auténticas joyas por su arquitectura y decoración. Más de una ciudad europea estaría orgullosa de tener algún teatro así. Pero, como estamos en Madrid, también en el cine nos persigue la omnipresente suciedad de esta capital. Entre las filas, todo tipo de desperdicios: latas, papeles, palomitas, etcétera. Preguntando al acomodador por qué el cine está sucio, la respuesta es que ha habido mucha gente en la sesión anterior y no se puede recoger todo. (Tenían entre el final de la película y la siguienie sesión más de cincuenta minutos).Además, el fin de semana, cuando más espectadores acuden, la entrada es más cara y el cine más sucio. ¡Fantástica relación calidad-precio!
Pocos cines ruegan al espectador depositar los cartones y vasos en las papeleras y, además, limpian entre sesión y sesión. Son la agradable excepción.
También se extiende un imperdonable abandono referente al telón, que especialmente en estas salas antiguas forma parte de
magia del cine, pero que en muchas de ellas ni se molestan ya en correrlo. Al entrar en el cine, nos mira un pantalla blanca, fría, como si fuera una de estas nuevas salas estilo garaje con butacas, y la iluminación es triste. ¿Tal vez para no ver la suciedad?
Los empresarios de estos palacios de cine deberían reflexionar si sólo quieren proyectar películas, vender bebidas y palomitas y dejar el resto en abandono, o si quieren crear y mantener el ambiente y la magia del cine, que es lo que finalmente lo diferencia de la televisión.
Creo que merecería la pena, y el público sabe apreciarlo.-
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