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"Pensamos que nos mataban a todos"

Ocho jugadores del San Lorenzo sufren la agresión más salvaje del fútbol madrileño

"En mi vida he pasado tanto miedo. Pensé que nos mataban a todos". Óscar Muñoz, de 16 años, guarda en su cuerpo una penosa colección de moretones. Hace seis días, en Manzanares el Real, él y siete de sus compañeros sufrieron la más salvaje agresión que se conoce en la historia del fútbol madrileño, según fuentes federativas. Medio centenar de furibundos hinchas saltaron al campo y lincharon a los jugadores, cuyo único delito fue el de jugar al fútbol en el juvenil del San Lorenzo de El Escorial. Tras la batalla, el paisaje está lleno de magulladuras, escayolas y collarines.

La peor parte de la pelea se la llevó Nacho, de 17 años, que pasó la noche del domingo en La Paz. El diagnóstico de los doctores fue traumatismo craneoencefálico. José Luis Nogal, entrenador del San Lorenzo, vio desde el primer momento que lo de Nacho era serio: "Había diez salvajes rodeándole. No sé cuántas veces le patearon la cabeza. Cuando le llevamos al vestuario tenía la mirada perdida. Lo único que acertaba a decir era que no sentía los brazos".No es fácil buscar una razón a los sucesos del domingo. Nogal y varios de sus jugadores han buceado en su memoria tratando de buscar algún detalle que explicara la manera de proceder del conjunto de Manzanares. No lo encuentran. "Nunca nos ha pasado nada con ellos", afirma Antonio Llano, de 17 años, cuyo parte de baja dice que tiene un codo fracturado y un esguince en las

ervicales, por lo que tiene que levar un collarín.

El final del choque

Todo empezó cerca del final del choque, cuando se pitó una falta a favor del San Lorenzo. Uno de sus jugadores, Julichi, que acaba de cumplir los 16, se quedó en el suelo, con dos rivales caídos encima. Su hermano, también jugador, se acercó para tratar de deshacer aquella montaña humana. Y lo hizo.

Fue entonces cuando Emilio Pontón, otro compañero, recibió un señor puñetazo en su rostro de 16 primaveras. Los futbolistas se enzarzaron. La salida al campo del delegado del San Lorenzo, que acudía a atender a uno de los lesionados, fue algo así como el pistoletazo de salida: "Yo estaba en el suelo", explica Antonio, "y vi cientos de piernas que se acercaban a toda velocidad. Creo que me pasó por encima el maratón de Madrid entero". El maratón lo componían en esta ocasión más de cincuenta aficionados.

Ninguno de los agredidos recuerda cuánto duró la paliza. Lo único que les viene a la cabeza es el miedo que pasaron: "Casi todos los que nos pelaron eran jóvenes", comenta Oscar. "Yo me pregunto por qué había ese día en el campo gente de Cruz Roja y de Protección Civil".

La respuesta se la da el delegado del equipo: "Porque sabían lo que iba a ocurrir. A mí me dijo un aficionado que en el pueblo todos lo aventuraban". Nogal, el técnico, llega aún más lejos: "Unos días antes, un jugador del Tres Cantos nos comentó que tuviéramos cuidado cuando fuéramos a Manzanares, que nos tenían ganas".

En la federación no aciertan a comprender nada. Y más teniendo en cuenta que el campo del Manzanares no era especialmente polémico. Su comité sancionador ha decidido cerrarlo durante un año para los partidos del equipo juvenil. Curiosamente, el domingo se enfrentan allí los conjuntos aficionados de ambos clubes, aunque, eso sí, lo harán ante un buen número de policías que vigilarán la paz en el campo.

En esta historia en la que los porqués no obtienen respuesta, los jugadores del San Lorenzo han decidido defenderse de la única manera posible: "Nunca volveremos a jugar allí", comentan al unísono.

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