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Por quienes qúedaron en el asfalto

Los padres de un joven muerto por un conductor que huyó crean una fundación de ayuda a víctimas de hechos similares

La vida de Alejandro Gaos y Amparo Castro sufrió un mazazo el pasado 10 de agosto. Un conductor atropelló a su hijo Quique, de 19 años, y a su sobrino Alejandro, de 20, y huyó. Ambos murieron. Su tragedia se repite en calles y carreteras. Por eso han creado la Fundación "Enrique Gaos Castro y Alejandro Martínez Gaos" para prestar asistencia jurídica, médica, psicológica, económica y religiosa, gratis, a las víctimas de hechos similares.Disponen de una oficina prestada en Nuevos Ministerios, poco dinero y casi doscientos profesionales voluntarios dispuestos a arrimar el hombro. Empezaron a trabajar hace quince días y ya les ha llegado más de una veintena de casos. "Nosotros tuvimos todo tipo de ayudas, ahora, nuestro objetivo es apoyar a esas personas que pasan por un trance similar y requieren una asistencia que no pueden conseguir", explica Gaos, que ejerce como abogado del Estado.

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"Intentarnos socorrer a las víctimas de los delitos de tráfico, porque así hay que llamarlos, delitos", afirma. "En un caso como el de mi hijo: un atropello en una recta, con un coche que excede la velocidad de 60 kilómetros por hora marcada en la zona y arrolla a dos jóvenes que van en moto, los mata y los abandona a su suerte en la calzada, la pena va de los seis meses y un día a los seis años de arresto", añade."Cualquier país de la Unión Europea, duplicaría esta condena", concluye, convencido de que las campañas de Tráfico están bien, "pero no hay que olvidar que algunas personas no tienen conciencia y sólo reaccionan a la sanción". En marzo crearon la Fundación, con un patronato formado por 29 miembros, entre ellos numerosos letrados y médicos, además de 160 voluntarios.

Una de las personas que acudió a pedir apoyo es Jesús Aguirre. Este hombre, de 73 años, perdió a su hijo Alejandro, de 22, en la madrugada del 20 de marzo de 1987. El joven murió en una carretera junto a la Ciudad Universitaria. Su moto quedó destrozada y en la zona aparecieron numerosos restos de los faros de un vehículo.

Jesús está convencido de que su hijo falleció tras sufrir algún percance con un vehículo que se dió a la fuga. Pero a lo largo de estos años no ha conseguido demostrarlo. No hubo testigos. Y, si los hubo, nunca aparecieron. "Al conocer la existencia de esta fundación me plantee llevarles todos los documentos para ver si las investigaciones policiales y del abogado del seguro se hicieron bien", explica.

"Nadie me va a devolver a mi hijo, pero quizá insistiendo podamos evitar que se repitan hechos similares", añade Jesús. Cuando una persona acude al local de la Fundación, en el número 7 de la Plaza de San Juan de la Cruz o llama a su teléfono 533 30 23, le piden toda la documentación de su caso y le preguntan qué ayuda precisa.

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