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Andar el camino de la normalidad

ROBERTO ROBAINA GONZÁLEZSon cada día más los cubanos residentes en el exterior que no quieren seguir siendo manipulados por una política que les es ajena y perjudica su legítimo interés de mantener relaciones normales con su país de origen

Cuando el pasado 14 de febrero hicimos pública la decisión soberana de nuestro Gobierno de efectuar en La Habana, los días 22, 23 y 24 de abril, la Conferencia la Nación y la Emigración, estábamos apenas en el umbral de un camino. Las relaciones de Cuba con sus emigrados, prácticamente desde el triunfo mismo de la revolución, se han visto enmarcadas y caracterizadas por las circunstancias especiales en que se desenvolvieron. La política de asedio, de amenazas e incluso de agresiones de Estados Unidos hacia la isla y la subordinación a ella por una parte de los cubanos que emigraron hacia ese país condicionaron una anormalidad que ha persistido hasta nuestros días, porque también persiste y se recrudece la política que la provocó. Durante estos 30 años el pueblo cubano ha tenido que enfrentar muchos retos y trabajar de manera muy ardua para preservar, defender y conservar los intereses más legítimos de la nación cubana: su independencia, su soberanía, su derecho a la autodeterminación, y mantener, sobre todas las cosas, las indiscutibles conquistas sociales de la revolución.La conferencia se efectúa en una coyuntura especial para nuestro pueblo, que tiene hoy que duplicar sus esfuerzos para defender esas conquistas. Hoy, cuando el bloqueo a Cuba es más férreo y han desaparecido las posibilidades de un mercado que atenuaba sus efectos, aunque no los eliminaba, el pueblo cubano ha demostrado una admirable capacidad de sacrificio y de voluntad que sólo es posible cuando hay valores muy grandes que defender.

El mundo ha cambiado. También ha cambiado la composición de nuestra emigración en los distintos países, incluido Estados Unidos. Hoy son cada día más los cubanos residentes en el exterior que no quieren seguir siendo manipulados por una política que les es ajena y perjudica su legítimo interés de mantener relaciones normales con su país de origen. Aumenta el número de quienes comprenden cuáles son los intereses de la nación y el papel que pueden desempeñar para contribuir a la preservación de su tierra de origen.

Cuba no ha permanecido ajena a estos procesos. Para nosotros tampoco resulta aceptable que se prolongue un estado de cosas que afecta innecesariamente a una parte de los cubanos dentro de la isla y fuera de ella. El proceso en tomo al evento ha provocado las más diversas reacciones. Fue tema de debate desde el nombre que le dimos hasta la seriedad de nuestras intenciones. Hubo incluso quienes dudaron de que realmente se efectuaría el encuentro, y otros trataron por todos los medios de impedirlo. Todavía en estos momentos hay quienes lo califican de farsa o de reunión entre amigos.

Pero la vida nos volvió a dar la razón. Más de 200 emigrados cubanos radicados en unos 35 países respondieron a nuestra convocatoria. Es imposible pretender que en tres días de conferencia se resuelvan todas las cuestiones pendientes y los problemas acumulados durante tanto tiempo, sobre todo porque no siempre su solución depende únicamente de nosotros. El propósito fundamental es iniciar el camino hacia la normalización de las relaciones de Cuba con sus emigrados.

Los objetivos fundamentales de la conferencia son, como define la convocatoria: examinar las medidas que pueden ser adoptadas para la normalización de los vínculos de los emigrados con el país, las instituciones y las familias; estimular relaciones e intercambios estables en los ámbitos familiar, cultural y social, y alentar las acciones constructivas de los presidentes en el extranjero desde la perspectiva de la presente coyuntura histórica, en la cual el destino de la nación, la defensa de su soberanía e independencia, así como de las conquistas de nuestro pueblo, constituyen una plataforma común para todos los cubanos de buena voluntad.

No vendrán a nuestro encuentro, porque no fueron convocados, aquellos sectores minoritarios y bien identificados de la emigración cubana, que son incapaces de superar viejas actitudes ideológicas, rencores políticos y ambiciones personales irrealizables, que, lejos de unir, separan. Sus propias conductas los excluyen de cualquier propósito de normalizar las relaciones entre la nación y la emigración.

Este fin de semana ocuparán asiento en La Habana desde estudiantes y amas de casa hasta profesionales y hombres de negocios, personas de diversas filiaciones políticas e ideológicas, muchos de los cuales no son -como se ha tratado de hacer creer- amigos de la revolución cubana.

Representantes de quienes vivimos y trabajamos en el país también están entre los invitados. Son personalidades de los diversos sectores que componen nuestra sociedad. Cuatro temas prevé la agenda de la conferencia: el sistema de los poderes populares; la situación y perspectivas de la economía nacional; cultura e identidad nacional, y las relaciones entre el país y la emigración, estado actual y perspectivas.

Ellos estarán a cargo, respectivamente, de Ricardo Alarcón, presidente de nuestro Parlamento; Carlos Lago, secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros; Abel Prieto, presidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, y la última me corresponde a mí personalmente.

En todos los casos, los participantes tendrán tiempo y posibilidades para intercambiar criterios con entera libertad. Pensamos que la emigración cubana en su conjunto ha demostrado, con su asistencia y representatividad, que aprecia en su justo valor la iniciativa del Gobierno cubano de dar la oportunidad para analizar, discutir e intercambiar impresiones sobre problemas fundamentales para la emigración. La ponderación e inteligencia con que lo hagamos facilitarán nuevos pasos en el futuro y crearán condiciones para que aquellos que en el exterior necesitan mantenerse estrechamente apegados a la cultura nacional puedan recibir y dar aportes que satisfagan la cubanía que no han perdido y no quieren perder. Son derechos que nadie puede cuestionamos, porque a nadie pueden afectan

Quienes de buena fe se interesan por la patria y desean contribuir a su bienestar, soberanía e independencia tienen desde ya abierto el paso al futuro. Éste es sólo el comienzo, como dijera el poeta: se hace camino al andar.

es ministro de Relaciones Exteriores de Cuba.

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