Fotos de novela
Ricardo Martín expone sus retratos con textos de Antonio Muñoz Molina
La tía Eloísa expresó un único deseo antes de dejarse fotografiar. "Sácame guapa", le dijo a su sobrino Ricardo. El fotógrafo Ricardo Martín expone desde ayer una treintena de retratos en la librería FNAC. Labradores y campesinas de las Alpujarras dan fe en su mirada de que el mundo existe desde hace siglos. Esos siglos se pueden contar en los surcos de sus rostros. También en los ojos de los niños. No es casual que la muestra se titule Sostener la mirada.
El escritor Antonio Muñoz Molina, crecido también en tierras del sur, ha escrito los textos del catálogo, editado por el Centro Andaluz de la Fotografía. La exposición se inauguró oficialmente el invierno pasado en Granada e incluía fotografías de paisajes que no han viajado a Madrid.
Martín, de 41 años, vive hace 20 años en esta ciudad. Actualmente se dedica a la publicidad y colabora con numerosas revistas. Varios de los asistentes a la inauguración se preguntaron qué hacía una imagen del Corazón de Jesús a tamaño real en el comedor de su tía Eloísa al ver su foto. "Es muy simple. Hace años llegó un cura muy moderno a su pueblo y sacó todos los santos de la iglesia. Mi tía Eloísa se quedó con uno de ellos", explicó Martín.
Los personajes cuentan un trozo de su vida -la de ellos y la de Martín- en cada una de las fotografías en blanco y negro expuestas. El fotógrafo se echó al monte y comenzó a recordar lo que fue su infancia entre esos bosques. Y le pareció que Montse, la niña que va con su burra a cargar agua, es la misma Montse a la que gastaba bromas cuando era pequeño. Por eso la fotografió. "Es como si el tiempo no hubiera pasado, como si tratara con justicia desigual a los que estamos en la ciudad y a los que se han quedado en el campo", comenta.
Para Martín, el secreto de sus retratos está en la colaboración entre él y sus personajes. No arrastró ningún trípode por las Alpujarras. Tampoco se llevó baúles metalizados. únicamente cogió dos cámaras muy sencillas, de dos formatos diferentes, y se puso a trabajar. "Los autores son ellos, no yo", confiesa. "Ellos ponen la mirada y el gesto. Yo los observo a través de la cámara", añade.
A veces Martín desearía una sola cosa: disparar con su mirada, sin que nada se interponga entre él y su personaje.
Luz natural
La luz de los retratos es como las Alpujarras. Nada hay artificioso. Hasta el fondo que escogió para uno de sus retratos es natural: la lona grasienta para recoger aceitunas fue el telón para un campesino.Antonio Muñoz Molina -autor de El invierno en Lisboa, entre otras novelas- sabe que las fotografias de su amigo des prenden magia. El escritor vio por primera vez las diapositivas de las fotos en un piso de paredes blancas en Virginia (Estados Unidos). El color de las paredes es importante, pues en ellas proyectó durante varias tardes, al volver de la universidad, los rostros de los campesinos alpujarreños. Era la primera vez en varios meses que el escritor de Jaén no se enfrentaba a caras rosadas ni melenas rubias.
No tuvo que esperar demasiado para que le llegara la inspiración, y escribió: "( ... ) caras y objetos, miradas de interrogación, desafío, soledad, ternura, paisajes broncos, cosas perdidas e inmóviles que nadie sabe recordar, pañitos sobre los televisores, pequeñas fotos enmarcadas y colgadas de un clavo en una pared de cal ( ... )". Muñoz Molina llenó varios folios con sus impresiones, que le sacaron por un momento "de la primavera lluviosa y caliente de un país extraño". No es la primera vez que que escribe los textos de un catálago. "Me gusta colaborar con gente que pinta o hace fotos", dice. ,
"La fotografía que más me impresionó mientras estaba en Virginia fue aquella en la que aparece un búho disecado enorme encima de un televisor. Es la más novelesca", comenta.
Sostener la mirada. Hasta el 28 de mayo en librería FNAC. Preciados, 28. De 10.00 a 22.00. Domingos, de 12.00 a 20.00.
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