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El hecho etimológico de que gen y genial procedan de la misma raíz (gígnero) no está aún demostrado que convierta a los seres genéticamente puros en genios. Llevamos dos semanas de cháchara sobre un personaje al que algunos conceden una inteligencia superior, amén de otras superioridades biológicas, pero esta "quincena santa" del señor Arzallus culminó en la entrevista del pasado lunes, un honor que TVE suele deparar a presidentes, ministros (y genios). Pero la cámara es cruel, y para los que no podemos, por lejanía, asistir a las pascuas del PNV ni hemos tenido la ocasión de leer los discursos completos de su dirigente, ver la hora en pantalla del antiguo religioso fue una revelación. O un susto.Por la casualidad, leí horas después de esa comparecencia que Gutiérrez Aragón vuelve al cine, después de una ausencia muy llorada por muchos, con El tonto contemporáneo. Qué nostalgia. La noticia no informaba del argumento de la película, pero yo sí que lloro (también) la desaparición de la tertulia que Vicente Verdú, el malogrado Gabriel y Galán, Luis Carandell y Gutiérrez Aragón, entre otros, tenían en un restaurante madrileño, y de la que salía el premio más original, más atrevido, más temido: Tonto Contemporáneo del Año. Tontos contemporáneos señeros fueron Luis Solana, el duque de Alba incumbente y (¿predicción genial, creso error?) Mariano Rubio. A un conocido filósofo orteguiano se le reconocieron méritos en la primera acepción del premio, pero fue descartado por no cumplir los requisitos de la segunda. Al escuchar a Arzallus enorgullecerse de que en Madrid le tachen de separatista y en Euskadi de españolista, sin caer en la cuenta del inequívoco rasgo de hipocresía y doblez que eso implica, deseé más que nunca la resurrección de esa tertulia. Él sería el más idóneo candidato del 94, un tonto contemporáneo, además, de pura cepa. Genuino.