Nicolás Redondo frente a las sombras
ANTONIO GUTIÉRREZ VEGARADe la UGT que Redondo ha reconstruido sólo cabe esperar soluciones e impulsos que alienten el compromiso del sindicalismo español con el futuro por cauces democráticos.
"...Sigo en la sombra / lleno de luz"; así se autorretrataba Miguel Hemández en uno de sus poemas. No se quedó en advertir las sombras que encubrían a tanta injusticia, enmohecían la razón y negaban la libertad,- se empenó en abrir brechas de luz y se comprometió junto a otros en ese afán de libertad y justicia hasta su final. Sin la tragedia que marcó la vida del poeta, la trayectoria de Nicolás Redondo puede resumirse de forma parecida.Algunas hay, pero las personas de las que se puede decir lo mismo, no han sido ni son bastantes para desvanecer las sombras que perduran en el mundo actual. En nuestro país escasean; tal vez porque las sombras que siempre se han proyectado y se proyectan desde el poder han sido más implacables con cualquiera que intentase ensanchar un resquicio. Antes bajo la dictadura, porque entre represión y doctrina negaban la libertad aplastando sin miramientos a quienes osaran permanecer erguidos luchando por la democracia; ahora porque envuelven y cautivan a cuantos rozan, aunque sea tangencialmente, o denigran desde su prepotencia al que no se deja enmarañar y se atreve a cuestionar las "verdades reveladas" desde La Moncloa, ésas que paulatinamente van desvirtuando ideales y arrinconando ilusiones.
De su ayer no me corresponde a mí, ni creo que le guste a Nicolás que otros se prodiguen en hacerlo. Muy pocas han sido las ocasiones en las que se ha referido a sus años de cárcel y destierro durante el franquismo y nunca les dio tintes de heroicidad vanidosa, ni mucho menos los ha utilizado como pedestal desde el que reafirmarse en su autoridad moral y política por encima de otros. Por el contrario, lo que sí puedo confirmar es que en estos años de unidad de acción entre CC OO y la UGT bajo el liderazgo de Nicolás Redondo, se ha comportado como lo hacen los mejores maestros que enseñan más porque nunca adoptan la pose del impartidor de lecciones.
Con él me ha resultado hasta gratificante aplicar una regla que otro buen amigo, también llamado Nicolás (Sartorius), me describió en cierta ocasión con una extraña heterodoxia aritmética: "Restarse protagonismo particular para sumar capacidades colectivas". Sin apenas esfuerzo personal por mi parte, por la naturalidad con que se plasmaba la relevancia de su' personalidad, violentar la aritmética ha favorecido la etapa de unidad más provechosa para los trabajadores/as y para el movimiento sindical.
De este proceso unitario, lo más relevante es, por paradójico que parezca, que no hay ningún revelación que hacer porque de él todo se sabe. La unidad se ha ido forjando de forma clara y transparente; nada ha quedado en la penumbra; todo lo que hemos hecho lo han conocido y decidido nuestras respectivas organizaciones y se ha legitimado abierta mente con los trabajadores/ as.
Junto a la unidad, aún más, como garante de la unidad, hemos afianzado la autonomía sindical. Y sin autonomía de las personas difícilmente puede lograrse la autonomía del colectivo que integran.
Algunas decisiones de Redondo, como dimitir de diputado ante el recorte de las pensiones operado por el Gobierno en 1985, o promover junto a CC OO el 14-D frente a la injusta redistribución social del crecimiento económico de finales de los ochenta, son demostrativas, entre otras cosas, de su rigurosa coherencia en la apuesta por la autonomía sindical. Lo que nada tiene que ver con el apoliticismo que generalmente encubre politiquería inconfesable, ni con el pansindicalismo que por despreciar el papel de los partidos carga sobre el sindicato responsabilidades excesivas hasta hundirlo. Pensar libremente y posicionarse ante lo que acontece por uno mismo, anteponiendo el vínculo con los trabajadores las disciplinas partidistas, es también una contribución a la vitalidad política del país.
Los que hace menos de un mes hablaban de "abrirse a la sociedad" a modo de propósito de enmienda, es posible *que descubran cuando sea demasiado tarde que eso mismo, pero de verdad, era lo que perseguía Nicolás Redondo con sus críticas de socialista consecuente y que tantas veces han rechazado tajantemente" ensimismados y encerrados en los confines del poder.
Hasta en la despedida de la Secretaría General de la UGT les ha dado un edificante ejemplo que no han alcanzado a valorar, tal vez porque se han quedado en el escozor producido por su crítica de la política económica. Ante el nubarrón de la PSV, Nicolás Redondo no ha desplegado el paraguas de las justificaciones para capear el temporal; ha sabido recabar para sí y para la Ejecutiva Confederal saliente toda la responsabilidad y, sobre todo, ha llegado al congreso de su organización habiendo comprometido hasta su patrimonio para solucionar el problema de los cooperativistas y despejarle el camino a la próxima dirección confederal en la nueva andadura que inaugura la UGT a partir de su 36 congreso.
El contraste con esta actitud lo tenemos en otra casa, en la que se viene cocinando la gobernabilidad del país en los últimos 12 años, con responsabilidades por tanto infinitamente mayores que las de UGT; con desaguisados que afectan a toda la ciudadanía empezando por los más de tres millones y medio de parados, no hemos escuchado ni una sola reflexión autocrítica en el cónclave realizado el mes pasado.
De Nicolás y de la UGT que él ha reconstruido sólo cabe esperar soluciones a problemas acuciantes e impulsos vigorosos que alienten el compromiso del sindicalismo español con el futuro de este país por cauces de progreso democrático.
Retomo las palabras de Miguel Hernández para concluir con más acierto del que pudiera tener yo, agradeciéndole a Nicolás Redondo que nos haya demostrado que "... hay un rayo de sol en la lucha / que siempre deja la sombra vencida".
es secretario general de Comisiones Obreras.
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