La ejecutiva mantiene su estructura
El 36º congreso de UGT tuvo ayer dos caras autónomas pero indisociables. Una, los contactos políticos. Dos, el debate en ponencia. La primera se impuso claramente a la segunda, aunque en ésta se tocaron asuntos vitales para el futuro funcionamiento del sindicato. Uno de los temas más conflictivos que se abordaron en la jornada de ayer fue la estructura de la ejecutiva, que en la actualidad tiene 11 miembros. Para dotarla de una nueva configuración se presentaron diversas alternativas.
Los partidarios del sector crítico plantearon reducirla. Esta ejecutiva con menos miembros actuaría como permanente. Pero a ella se le añadiría un núcleo formado por los 12 secretarios generales de federaciones, con voz y voto; y los 17 representantes de las uniones territoriales, que sólo tendrían voz. Todo ello configuraría el plenario.
La propuesta de los oficialistas era integrar federaciones y uniones en un órgano consultivo, pero reconocido estatutariamente. Tras un intenso debate, la ponencia decidió mantener las cosas como están. Es decir, una ejecutiva con 11 miembros y un órgano consultivo extraestatutario. Por encima de ambos sigue existiendo el comité confederal.
Con esta solución se ha logrado también, tal y como defendía la ejecutiva saliente, mantener las secretarías de imagen y formación con su actual estatus.
El debate en ponencia también ha consagrado el aumento del poder de las federaciones sobre las uniones. El 50% / 50% tradicional ha dado paso al 60% / 40%, que refuerza a las federaciones. Además, UGT ha quedado definida en sus estatutos como una confederación de federaciones estatales. En el aspecto organizativo y congresual, a partir de ahora cada delegado tendrá un voto.
Reparto de empleo
Un asunto que ha pasado casi desapercibido por el maremoto político, pero que será vital en el futuro es la propuesta de UGT de plantear un gran acuerdo por el reparto de trabajo. Esta singular proposición esgrime como solución al problema del paro una redistribución del empleo que vaya acompañada de una disminución de los salarios de los trabajadores, con la correspondiente reducción de la jornada laboral.
La ponencia ugetista detalla punto por punto la proposición y señala que la semana laboral debe reducirse en un día y que la caída de los salarios no debe superar, en ningún caso, el 10%. Además, este esquema debería ir acompañado de un mecanismo de salvaguardia, que es el control sindical de todo el proceso.
En especial, este control debería centrarse en el recuento de los contratos adicionales "en las empresas en que se pacte una reducción de la jornada". Este diseño ha encontrado ciertos obstáculos, protagonizados especialmente por la federación de banca, en lo concerniente a la reducción de los salarios.
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