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El ministro que cobraba demasiado

El portavoz del Gobierno andorrano abandona el cargo tras conocerse su sueldo

El patriotismo no es siempre un factor determinante para servir a la patria. Al menos, eso creen los andorranos, que han visto cómo el conjunto de los grupos parlamentarios ponía el grito en el cielo al saber que un miembro del Gabinete, Daniel Bastida, de 39 años, ministro de la Presidencia y portavoz, tenía un sueldo de 740.000 pesetas mensuales, mientras que el resto debía conformarse con casi la mitad. Exactamente: 385.000 pesetas. La noticia fue tan mal acogida que, apenas dos meses después de haber sido nombrado, ha dado con Bastida fuera del Gobierno, encerrado en su casa desde hace unos días y con la moral por los suelos. Cualquier intento de hablar con él resulta inútil y, aunque está en casa, quien se pone al teléfono asegura que no es así, que está fuera, "porque su Porsche no está en el garaje".

Bastida era, antes de las primeras elecciones democráticas andorranas y desde el año 1985, director del Centro Nacional de Informática, cargo al que había llegado desde una multinacional del sector de ordenadores. Cuando Óscar Ribas fue reelegido como jefe de Gobierno y decidió formar Gabinete, llamó a Bastida y le ofreció integrarse en el mismo. Éste, ingeniero de profesión y asalariado al fin y al cabo, casado y padre de dos hijos, reaccionó como casi todo el mundo cuando recibe una oferta de trabajo:

-Bueno, sí, pero sin perder dinero.

-Eso está hecho -le respondió el jefe del Gobierno. Y cumplió su palabra.

Los sueldos de los ministros andorranos, como los del resto de ciudadanos del principado pirenaico, están libres de impuestos, pero, salvo en este escaso detalle, son, al igual que los de la mayoría de los países, un dato público.

Y cuando al dato se le dio publicidad, los que peor se lo tomaron fueron sus propios compañeros. Tanto, que Bastida presentó su dimisión aduciendo la "presión excesiva" que sufrió desde ese mismo instante.

Su salida del Gabinete se ha saldado sin crisis alguna en el Gobierno andorrano, aunque no sin críticas, las más virulentas las de la oposición, pero también las de grupos coligados en el Gabinete con el Agrupament Nacional Democrátic, el partido de Ribas, que con ocho parlamentarios no dispone de mayoría para gobernar en solitario. El caso terminó por convertirse en asunto de discusión parlamentaria, y ahí los ocho diputados de Ribas se quedaron ya sin aliados. Salvo ellos, todos los demás presentaron diversas enmiendas para limitar que se den remuneraciones como la de Bastida.

Mientras Bastida sigue en su casa encerrado y en silencio, el jefe del Ejecutivo, Óscar Ribas, ha decidido hablar para plantear diversas cuestiones a raíz del caso. Ha planteado, en primer lugar, si es realmente efectiva una política de sueldos de cargos públicos ajena a las leyes del mercado. En su opinión, con estos salarios "relativamente insuficientes" se limita la competitividad legítima para acceder al puesto de rninistro". Con ello sólo se puede lograr que a los cargos públicos de responsabilidad, que deberían, opina, estar bien remunerados, opten o bien aquellos que tengan una fortuna personal suficiente, que convierta el sueldo público en algo accesorio o "los aspirantes mediocres". Algo que, añadió, "desvirtúa claramente la democracia".

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