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33 millones de franceses ven el maratón televisivo del sida

Mensaje principal: hay que usar condón en las relaciones sexuales

Enric González

Aún es pronto para saber hasta qué punto impresionó a la audiencia, pero la noche del sida tuvo que modificar, por fuerza, la actitud de los franceses ante esa enfermedad. Seis horas de televisión, desde las 20.50 hasta la madrugada, sin posibilidad de cambiar de canal: todas las cadenas emitían, en directo, el mismo programa monográfico. Treinta y tres millones de telespectadores vieron la emisión en algún momento, con un mensaje básico a la población: hay que usar preservativo durante el acto sexual.

Más de 10 millones de espectadores siguieron, durante las seis horas completas del programa, los testimonios de enfermos, médicos e investigadores que se mezclaron con entrevistas y actuaciones musicales, de gusto diverso. Se consiguió, pese a la discutible calidad del programa, el predecible éxito de audiencia y una difusión masiva del mensaje. Francia es el país europeo más afectado por el sida en términos absolutos, con 33.000 enfermos declarados y unos 150.000 portadores del virus. Después de la noche del jueves será difícil que alguien pueda seguir ignorando el problema. La recaudación de fondos fue inferior a la esperada. Entre cheques y promesas, el dinero entregado por la audiencia sumó un total de 50,6 millones de francos (unos 1.200 millones de pesetas), que habían de repartirse a partes iguales: la mitad para los centros científicos que buscan una cura, la otra mitad para los enfermos. Las televisiones confiaban en reunir hasta 100 millones de francos, pero, al final, todo el mundo se dio por satisfecho.

La noche del sida tuvo efectos colaterales instantáneos. Todas las organizaciones dedicadas a combatir o informar sobre la enfermedad anunciaron durante el programa su unión en una mesa coordinadora, llamada Juntos Contra el Sida, para evitar la dispersión de esfuerzos. Horas antes, el Ministerio de Defensa hizo saber que, con efectos inmediatos, se daba orden a todos los acuartelamientos de incluir un paquete de preservativos y un folleto de información sobre el sida en el equipo de cada soldado.

El protagonismo del condón contrastó con el escaso tiempo dedicado a la jeringuilla, el principal elemento de transmisión entre los toxicómanos. Los drogadictos fueron relegados al último tramo del programa, en plena madrugada, junto a los invitados procedentes de África (el continente más devastado por el sida), las enfermeras y las organizaciones más activas en la lucha contra la enfermedad.

La emisión no pudo escapar por completo del vedetismo, aceptando la aparición gratuita de famosos que sólo querían salir por la tele. Hubo momentos muy intensos, como la intervención de una joven que se preguntó por qué cada vez que hacía el amor pensaba en la muerte.

En el apartado científico, se puso en evidencia una realidad desconsoladora: apenas se tienen aún certezas sobre el VIH, y se está tan lejos de obtener un medicamento mínimamente eficaz como se estaba hace 10 años.

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