El PRI nombra al embajador mexicano en España secretario general para recuperar la unidad del partido
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), la fuerza política que gobierna México desde hace 65 años, inició ayer una operación de recomposición interna que tiene como objetivo acudir lo más unido posible a las trascendentales elecciones del próximo 21 de agosto. Para conciliar a la vieja guardia del partido y a los renovadores salinistas, hoy enfrentados, fue nombrado secretario general, o número dos del partido, Ignacio Pichardo Pagaza, antiguo gobernador del Estado de México y actual embajador de México en España, que apenas llevaba tres meses en Madrid.
Pichardo había sustituido en el cargo de embajador en España a Jesús Silva Herzog, actual secretario (ministro) de Turismo del Gobierno de Carlos Salinas de Gortari. El nuevo secretario general del PRI, que también ha sido nombrado coordinador de la campaña electoral, ha sido llamado urgentemente a México para poner orden en el partido, conciliar a los sectores enfrentados tras el asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y recuperar la disciplina que, entre otros factores, ha permitido a este partido ganar todas las elecciones en México desde hace más de seis décadas. La muerte de Colosio enfrentó a la vieja guardia priísta con el sector renovador, que finalmente se ha alzado victorioso al ser destapado como nuevo candidato a la Presidencia de la República el tecnócrata Ernesto Zedillo, un hombre que representa la continuidad, reformista en todos los aspectos. Zedillo no sólo es continuador del proyecto electoral de Colosio, sino que también está comprometido con la política de modernización económica iniciada en este sexenio por el presidente Salinas, que se considera como la mayor revolución experimentada en México desde la que transformó el país en la revolución de 1910.
Pichardo, abogado de 58 años, representa dentro del PRI a una familia política a caballo entre la vieja guardia, que lidera el ex policía Fernando Gutiérrez Barrios, y el reformismo salinista. Sin embargo, este sector político de Pichardo, cuyo verdadero líder es el actual secretario de Agricultura, Carlos Hank González, no sólo mantiene por separado buenas relaciones con los dos grupos antes citados, sino que está considerado como uno de los de mayor autoridad en el partido.
El asesinato de Colosio
Observadores políticos aseguran que el asesinato de Colosio, en plena campaña electoral, y su sustitución precipitada por Zedillo, su coordinador de campaña, ha sido un duro golpe para el PRI. Por un lado se apuñalaba por la espalda al proyecto salinista, cuyo garante para el sexenio 1994-2000 era Colosio, y por otro se golpeaba institucionalmente al PRI, debilitándolo ante las elecciones del 21 de agosto. El objetivo, una vez que Salinas consiguió vencer las adversidades e imponer a Zedillo, consiste en ganar las elecciones. Chiapas el 1 de enero, el zarandeo de Manuel Camacho a Colosio después y el asesinato de este último han creado desconcierto y división en el partido. "Antes de que ocurrieran estos problemas ganábamos por goleada", advertía un destacado priísta. "Ahora, si lo conseguimos es por pena del electorado mexicano", sentenciaba.
La llegada de Pichardo coincide con la confirmación del compló que acabó con la vida de Colosio y la irrefutable prueba de que la camarilla que ayudó al asesino Mario Aburto fue reclutada en la oficina del PRI de Tijuana bajo la apariencia de miembros de los servicios de seguridad. Esto es muy grave porque descubre una punta de iceberg donde confluyen expolicías con un sector del PRI de lo más sucio. Es el caso de Rodolfo Riva Palacio, el dirigente local del PRI en la ciudad de Tijuana que contrató a los supuestos guardaespaldas que despejaron el terreno para que se consumara el asesinato.
"Sangre fría para matar"
José Luis Pérez Canchola, el procurador de los Derechos Humanos de Baja California, el Estado donde fue asesinado Colosio, aseguró tras conocer la existencia del compló y la aparición de nuevos implicados además de Aburto (cuatro detenidos y dos desaparecidos), que todos ellos tienen un denominador común: son policías y están vinculados al PRI de Tijuana. "Tienen la sangre fría para matar, pero carecen de la inteligencia para haber planeado el asesinato", indicó.
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