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Banesto, SA, 'versus' PSV, S. CooP

JOAQUÍN DOMINGO SANZEl autor afirma que en el caso de Banesto sólo se cuestiona la labor de un consejo. En PSV, sin embargo, la presunta mala gestión salpica a todas las cooperativas.

La única diferencia sustancial que debiera haber entre una empresa que se reviste bajo la forma jurídica de cooperativa y otra que lo hace bajo la de sociedad anónima es la del intercambio de papel que desempeñan en una y otra los factores capital y trabajo. Las demás diferencias teóricas se derivan por pura lógica de la primera.Así, mientras que el capital desempeña un papel protagonista en la sociedad anónima (SA), dejando al trabajo un papel subordinado, en la cooperativa el capital es un factor secundario frente al trabajo, que desempeña aquí la actuación principal. Por tanto, el hecho de que la representación en el consejo de administración de una SA se haga en función del capital poseído, en tanto que en la cooperativa sea una persona un voto, no es sino una consecuencia derivada de lo que suponen capital y trabajo en una y otra forma jurídica de empresa.

Sin embargo, en la práctica existen otras diferencias, especialmente acusadas en el sector agrario, que tienen diferentes orígenes -marco legal, poca o nula infraestructura de gestión, escasa formación de sus miembros, etcétera-, que hacen de las cooperativas muchas veces empresas de segunda división, cuya misión parece ser la de apoyar al proceso productivo de otras formas jurídicas de empresa, fundamentalmente SA, de manera que estas últimas se queden con la parte sustancial del valor añadido en dicho proceso, restándole a la cooperativa las migajas que la SA le permite. Y todo esto viene ocurriendo pese a que el artículo 129.2 de nuestra Constitución señala que "los poderes públicos promoverán eficazmente las diversas formas de participación en la empresa y fomentarán mediante una legislación adecuada las sociedades cooperativas".

Como hermana pobre de la SA, es objeto de atención cuando la fórmula más capitalista falla; se cierran SA y los despojos se revisten con el traje más humilde de cooperativa, esperando que esta forma de empresa resuelva lo que la primera destrozó. En este caldo de cultivo, nada favorable como puede comprenderse, han nacido buena parte de nuestras cooperativas, cuando las circunstancias exógenas y endógenas a la empresa no son las más adecuadas.

A cambio de este trato, ¿qué ofrece la sociedad cooperativa frente a la SA? Pues, entre otras, mientras la crisis en la SA se combate prioritariamente despidiendo trabajadores, la cooperativa lo hace reduciendo, si es necesario, los salarios de sus socios, pero manteniendo íntegra la componente humana de la empresa. Y esto es así no porque los socios-trabajadores de la cooperativa sean de una pasta especial, sino porque cuando hubo, todos se lo repartieron; así pues, si no hay, todos se sacrifican. Éste es uno de los seis principios que inspiran la filosofía cooperativa: reparto en proporción a la actividad y, como en el matrimonio, en la abundancia y en la pobreza. En la SA, cuando hubo, ¿quién se lo repartió? Ésta es la pregunta que se hacen los trabajadores cuando se les pide apretarse el cinturón en los tiempos de vacas flacas. De ahí que no pueda extrañarnos la inflexibilidad a la reducción de salarios en esta forma jurídica de empresa. En la cooperativa, sin embargo, no se condena a ningún compañero al desempleo.

En estos tiempos que corren sería bueno para todos mirar con otros ojos a una forma jurídica de empresa cuya filosofía está claramente en contra de la destrucción de puestos de trabajo. Al menos como primera medida. Sin embargo, hay dos sucesos recientes, de gran impacto nacional por los efectos negativos que han traído consigo, cuyos ecos en prensa, radio y televisión, difundidos por diversos interlocutores -periodistas, sindicalistas y políticos-, nos dicen que sigue sin mirarse como debiera la figura de la sociedad cooperativa. Me refiero a los casos Banesto y PSV o, si lo prefieren, Banesto, SA, y PSV, S. Coop.

No sé si habrán observado que siempre se ha hecho referencia a Banesto, así, sin más, y que, por el contrario, hemos leído y oído la cooperativa PSV siempre que se ha tratado este segundo caso. No sé tampoco si alguien aprecia la diferencia en toda su magnitud, pero la con secuencia es que en el primer caso -Banesto- sólo se cuestiona la labor del consejo de ad ministración de una empresa, pero no se pone en duda la labor de las restantes sociedades anónimas. En el caso de PSV no ha ocurrido así. La presunta mala gestión de esta empresa ha salpicado a todas las cooperativas. A las que ahora funcionan y a las que nacerán en el futuro, Por que al lado de las siglas PSV ha estado presente siempre el vocablo cooperativa.

Quisiera recordar aquí, por si les suenan, nombres como Grupo de Cooperativas de Mondragón, Anecoop, Cora, Cooperativa Santiago Apóstol (Pastoreros)..., esto es, el grupo cooperativo más importante del mundo, la primera empresa agraria española, la marca más conocida -fresón de Palos- de España en Europa o la cooperativa que con su fondo social mantiene una residencia de la tercera edad, donde conviven mayor número de ancianos gratuitamente que socios tiene la cooperativa. Esto es sólo una pequeña muestra de lo que, a pesar de las dificultades expuestas al comienzo, es hoy la realidad cooperativa española. Y podría ser mucho más, si las dejaran.

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