La economia japonesa entró de nuevo en recesión en el último trimestre de 1993 tras meses de crecimiento
Un escuálido 0, 1% es todo lo que la economía japonesa logró crecer el año pasado, el resultado más mediocre de los últimos 19 años. Con todo, ése no es el peor dato económico dado a conocer ayer en Tokio. Para acabar de completar la imagen de crisis que vive Japón, el Gobierno anunció también que el país ha sufrido una preocupante recaída en la recesión durante el último trimestre de 1993, tras varios meses de crecimiento continuado.
En los tres últimos meses del año pasado, el PIB (Producto Nacional Bruto) japonés retrocedió a un ritmo anual del 2,2%, según la Agencia de Planificación Económica (APE), lo que arroja dudas sobre el futuro próximo de la economía nipona.La caída de las exportaciones y la apreciación del yen son los principales motivos de esta recaída, según Tsutomu. Tanaka, portavoz de la APE, un organismo estatal encargado de seguir el pulso a la economía del archipiélago.
"La economía continúa estancada", subrayó Tanaka, quien cree que Japón volverá a la senda del crecimiento a lo largo del año fiscal 1994, que comienza el 1 de abril. El primer ministro japonés, Morihiro Hosokawa, está sometido a fuertes presiones por parte de sus socios comerciales, especialmente EE UU, para que estimule su economía, aumente sus importaciones y pueda así recortar su gigantesco superávit comercial.
El dato de crecimiento del último trimestre sorprendió a los analistas, que habían calculado una caída entre el 4% y el 5,7% del PIB. "Ha sido mejor de lo que esperábamos, y confirma nuestras previsiones de recuperación", según Kazuko Mizuno, economista en Baring Securities en Tokio. "Calculamos que la economía ya ha tocado fondo y que pronto asistiremos a una recuperación basada en el consumo".
El gasto de las empresas, sin embargo, no acaba de despegar, aunque el consumo privado ya comienza a dar signos de recuperación.
El Gobierno ha fijado un objetivo de crecimiento para 1994 alrededor del 2,4%. Este optimismo se basa, sobre todo, en la esperanza de que los últimos planes de relanzamiento económico aprobados comiencen a rendir frutos.
Algunos datos así parecen indicarlo, como la caída del PIB en el tercer trimestre, menos acentuada de lo esperado, o el ligero retroceso del paro (2,7% de la población activa en enero frente al 2,8% en diciembre).
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