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González pide unidad y voluntad para aclarar ideas y restañar heridas

El secretario general del PSOE, Felipe González, se colocó ayer en el punto de equilibrio entre las distintas culturas de su partido. Defendió las señas de identidad clásicas de la izquierda, pero pidió a los suyos responsabilidad para que las propuestas que hagan sean asumibles en la actual situación de crisis económica. González inauguró el 33º Congreso Federal con una imagen conciliadora. Hizo su entrada en el auditorio del Palacio de Congresos de Madrid -abarrotado por 4.000 personas, entre delegados, invitados, observadores y periodistas- charlando con Alfonso Guerra, y su discurso estuvo destinado a calmar las turbulentas aguas partidistas.

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El número uno del PSOE pidió unidad, claridad de ideas y voluntad para "restañar las heridas" a fin de adentrarse en una nueva y difícil etapa. Su intervención fue seguida por 300 medios de comunicación, representados por más de un millar de profesionales. El mensaje estuvo orientado a poner fin a la lucha interna que se libra en su organización desde hace más de dos años, traducida en el combate por el poder entre guerristas y renovadores.

Casi doce horas después, el líder socialista veía cumplido su objetivo de este primer día de congreso: los delegados votaron a favor de la gestión de la ejecutiva saliente con un 95,82% de síes. En contra lo hicieron los miembros de la corriente Izquierda Socialista y algunos delegados riojanos. A unos y a otros, González les garantizó que detrás de su acción de Gobierno habrá siempre ideologías e ideas.

Después de dos años de tensión, el congreso mantiene un tono distendido y un tanto frío, sólo animado en su primera jornada por la noche, cuando González, en un discurso improvisado, hizo gala de sus dotes de orador y polemista. Fue a puerta cerrada, en respuesta a las intervenciones de los cabezas de delegación que habían tomado la palabra para enjuiciar el informe de gestión presentado por la mañana por el secretario general.

El discurso matutino fue una mezcla de debate de Estado de la nación parlamentario, programa electoral de Gobierno y medidas económicas inscritas en el Libro Blanco contra el desempleo de Jacques Delors, presidente de la Unión Europea. González habló de libertad, igualdad y solidaridad, como valores propios del socialismo democrático, aunque advirtió a los suyos que "toda esperanza que no se funda en la realidad corre el peligro de desvanecerse". Por tanto, mezcló las señas de identidad de la izquierda con el pragmatismo de quien se tiene que enfrentar con los Presupuestos del Estado.

Esta idea la defendió luego con más vehemencia y con más claridad a puerta cerrada. La tarde transcurría con discursos sosegados hasta que llegó el presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, quien desperezó a los delegados. Habló de poderes fácticos, de ideología, de hiperliderazgos, para concluir que los primeros "tenían ramificaciones en el partido". González, después de recordar que pasaba buenas veladas con Rodríguez Ibarra pescando en Extremadura, aprovechó sus referencias ideológicas para garantizar que detrás de cada acto de su Gobierno hay y habrá siempre una ideología, aunque él prefiere hablar de ideas.

El líder del PSOE se preguntó qué era mejor en una situación de crisis, si subir las pensiones o subir los sueldos de los funcionarios. "Gobernar es optar, y detrás de cada opción claro que hay ideología". En ese supuesto, dijo, habría optado por subir las pensiones.

Como quiera que Izquierda Socialista, a través de Antonio García Santesmases, había puesto en cuestión la bondad absoluta de pactar en exclusiva con el nacionalismo catalán, González confesó que le gustaría pactar con Izquierda Unida, pero puntualizó que con Julio Anguita en la mayoría de esa organización resulta imposible. "Anguita no está dispuesto a gobernar con nosotros". "Manolo, te deseo suerte si es que tienes que pedir la colaboración de Felipe Alcaraz", aseguran que dijo González a Manuel Chaves en alusión al líder de IU en Andalucía.

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