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BALONCESTO LIGA EUROPEA

El Barca descarga su mala conciencia

El equipo azulgrana se enfrentará al Joventut en la fase final

Robert Álvarez

ENVIADO ESPECIAL, El Barcelona eligió el camino más directo para asegurarse el viaje a la final four. Le encontró el truco al baloncesto avaricioso pero letal del Efes Pilsen y descargó su mala conciencia. Su impecable demostración de superioridad evidenció los errores que le obligaron ayer a jugárselo todo a una sola carta. Pero quedó en paz consigo mismo y redujo a la mínima expresión el riesgo contraído. Desvirtuó el partido haciéndolo suyo de principio a fin, abriendo tal boquete en el marcador que hizo rutinaria toda la segunda parte. Sólo una corta fase en que se encegó, cuando el Efes cambió su dispositivo defensivo a zona, hizo aflorar la preocupación. Avasalló en el cuerpo a cuerpo (4-15), pero se encalló ante la táctica que ya le paralizó el pasado martes. Falló siete de sus ocho ataques en esa corta fase y encajó un parcial de 9-0 que dejó las cosas casi como al principio (15-16).Pero ayudado por un tiempo muerto pedido por Aíto y por el oxígeno que le llegó del banquillo con Montero, Andreu y Jiménez, volvió a tomar el control de los acontecimientos. Descubrió la vulnerabilidad de la zona del Efes. Se procuró buenas posiciones de tiro desde media distancia, sin depender sólo de los triples o los mates del pívot. Gripó al motor del Efes, Naumoski, con marcajes alternativos de sus tres bases ayudados constantemente por sus compañeros. Hizo evidente la superioridad en centímetros de Roberts sobre Richard. Contrarrestó la capacidad ofensiva de Naumoski con un goteo de canastas de sus pases como no se había producido en los partidos precedentes. Pertrechó su canasta para limitar los daños del rebote ofensivo del Efes, que quedó atrapado en su propia trampa y fue incapaz de alimentar mínimamente su marcador. Sólo Sarica se salvó del desastre, pero a costa de un desgaste defensivo ante Jiménez y Epi que le hizo sumar su cuarta falta sólo empezar el segundo tiempo. La coherencia limitó sus pérdidas de balón, que tanto habían mermado su rendimiento en los dos partidos anteriores.

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La avalancha de argumentos limitó el perjuicio de la corta noche de Massenburg. Aíto anduvo presto ante los eclipses del americano y, a diferencia del partido del martes, le cambió en cuanto perdió el primer balón de forma absurda. Sustentado en una diferencia que creció hasta los 19 puntos (28-47) a pesar del nuevo cambio a defensa individual del Efes, el Barcelona ya sólo tuvo que echar mano de una mínima coherencia en la administración de sus recursos para aumentar incluso un correctivo que llegó a ser de 24 tantos (4064) a ocho minutos del final.

El Barcelona se garantizó su regreso a la élite europea -hacía tres temporadas que no se clasificaba para la final four- sin forzar su talento. Le bastó con aplicarse en el trabajo metódico y el aprovechamiento de sus recursos para aprobar la asignatura, aunque fuera en el examen de reválida.

El Efes se rindió ante la lógica aplastante de los hechos. Su juego quedó socavado por su escasez de efectivos. Sólo dispone de un quinteto con una aceptable calidad, pero carece de reservas. Oyguc (m. 33), Sarica (m. 36) y Naumoski (m. 38) dejaron en pista a un equipo ya totalmente rendido y desamparado por el mutismo de su público, al que la exhibición del Barcelona acalló.

El Barcelona soltó lastre y se congració con el baloncesto de calidad. El descaro de Galilea en el lanzamiento, el trabajo sucio de Andreu en el interior de la zona -donde fue bien secundado por Massenburg en el aspecto reboteador- y su sentido colectivo del juego desatascaron un enfrentamiento que le había llegado a tener contra las cuerdas cuando el Efes empató el martes la eliminatoria. Puso a salvo el buen gusto y encontró a tiempo la vacuna para combatir el tipo de juego de moda en Europa: amordazar el talento ajeno y administrar avariciosamente el propio. El empaque y la templanza le pudieron a la menudencia y restauraron la lógica.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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