Un viaje difícil
EL RECORRIDO que Warren Christopher acaba de hacer por Japón, China y Rusia no ha aportado éxitos importantes a la diplomacia de Estados Unidos. a servido más bien para reafirmar los conflictos existentes, y en todo caso, para que EE UU adelante nuevas propuestas para evitar que cristalicen situaciones sin salida. De la etapa de Tokio nadie esperaba gran cosa, ya se sabía que el Gobierno nipón no está dispuesto a realizar concesiones serias en el tema fundamental de la apertura de los mercados que reclama EE UU.Quizá en China es donde se planteaban problemas ineludibles: Christopher necesitaba obtener algunos compromisos de Pekín en materia de derechos humanos, para permitir así a Clinton prorrogar en junio la cláusula de nación más favorecida, gracias a la cual el comercio entre China y EE UU ha alcanzado un desarrollo impresionante. Clinton choca cada año con serias dificultades en este terreno en el Congreso: y éste ha exigido compromisos muy fuertes para la prórroga de este año. Al llegar a Pekín, Christopher se encontró, no sólo con una actitud casi provocadora del Gobierno chino (que realizó detenciones de disidentes en vísperas de su llegada), sino con una reacción agresiva de la colonia comercial norteamericana en China, que se pronunció de manera rotunda por la separación del tema de los derechos humanos y el del comercio.
Christopher se lleva la promesa china de que las cárceles podrán ser inspeccionadas, pero a cambio los chinos han obtenido el compromiso de desvincular la cuestión de los derechos humanos de la cláusula de nación más favorecida. Esta cláusula se seguirá aplicando a partir de ahora simplemente en el terreno de las relaciones comerciales, sin mezclarla con temas políticos. Por otra parte, la firma de un acuerdo sobre cooperación militar es algo positivo para EE UU, ya que permitirá poner cierta limitación a la tendencia china de exportar armamentos avanzados a países como Irán o Pakistán, que actúan al margen de los compromisos de la comunidad internacional.
La última etapa del viaje de Christopher fue Vladivostok, donde se entrevistó con el ministro ruso de Exteriores, Kózirev. Aparte de los temas concretos que fueron abordados, como el de la eventual incorporación de los serbios a la federación creada ya por os bosnios musulmanes y los croatas, él principal interés de la reunión de VIadivostok fue la redefinición del marco general de las relaciones entre Rusia y EE UU. Ello dio lugar a ejercicios de hipocresía de aIto vuelo: Kózirev dijo que sigue el matrimonio entre Rusia y EE UU, pero que se ha acabado la luna de miel. Christopher dijo que él es mayor que el joven Kózirev (43 años), pero que "somos socios en igualdad de condiciones en todos los otros aspectos". Desde hace varios meses era patente la voluntad rusa de afirmar una toma de distancia con el alineamiento prooccidental que ha caracterizado su política exterior en los últimos años. Ahora se ha oficializado. Lo cual -obviamente- no cambia la sustancia de la relación de fuerzas.
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