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El Grupo de los Siete intenta coordinar políticas para luchar contra el paro

Victoria Carvajal

ENVIADA ESPECIAL El Grupo de los Siete países más industrializados del mundo se reúne hoy y mañana en Detroit para buscar soluciones al problema más acuciante de las economías avanzadas: el desempleo. El crecimiento económico ya no basta para paliar este problema. Estados Unidos propone que las reformas estructurales de los mercados de trabajo y los sistemas de protección social se combinen con una mejor formación de la fuerza laboral, con una reducción drástica de los tipos de interés en Europa y una política fiscal expansiva en Japón.

La conferencia sobre el empleo, que se celebra a iniciativa del presidente Bill Clinton y que reúne a los ministros de Trabajo, Economía, Finanzas e Industria, se celebra en Detroit, una ciudad que simboliza la transición industrial que están atravesando las principales economías del mundo.En palabras del propio presidente: "Todo Detroit es una economía en transición, en donde la industria del automóvil está renaciendo, pero resulta ser más competitiva con menos trabajadores". A su juicio, Detroit refleja los retos de estos cambios económicos "y la necesidad de hacer algo con los trabajadores que se quedan atrás". Los llamados Tres Grandes (los fabricantes de automóviles Ford, Chrysler y General Motors), que son la base de la industria en Detroit, han aportado 100.000 dólares cada uno a la organización de una conferencia que esperan que sirva para cambiar la imagen de está ciudad en el mundo.

Es cierto que pocas ciudades estadounidenses encarnan mejor que Detroit los problemas de desempleo que sufre el mundo industrializado: un tercio del millón de sus habitantes viven por debajo de la frontera de la pobreza y la tasa de desempleo es el doble que la media nacional, 6,5%.Problemas similares

Las economías de Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá y Japón, que integran el G-7, sufren problemas similares de paro, salarios bajos, una creciente competitividad exterior y la introducción de nuevas tecnologías, que dejan obsoleta la formación de los empleados.

La dificultad está en anticiparse a estos retos, según coinciden en señalar los economistas, y en buscar soluciones nuevas que acompañen a las políticas expansivas clásicas (más gasto público y rebaja de los tipos de interés), ya que, argumentan, sólo el crecimiento no es suficiente para luchar contra el paro.

Además de la diferencia entre el ciclo económico estadounidense (en el último trimestre de 1993 registró un crecimiento del 7,5%) y el ciclo europeo (donde las principales economías siguen en recesión), los líderes de ambos continentes se enfrentan a estos retos desde dos experiencias distintas.

Mientras Europa ha mantenido una fuerte protección social y ha mejorado la calidad de vida de los trabajadores con fuertes aumentos salariales en los últimos veinte años, la reestructuración industrial en Estados Unidos se ha hecho a costa de peores empleos y de pérdida de calidad de vida. La diferencia fundamental entre estos dos modelos es que Europa creó 10 millones de puestos de trabajo en ese periodo frente a los 38 que se crearon en EE UU. En la actualidad, la tasa de paro de la Unión Europea se acerca ya al 11% y la estadounidense asciende al 6,5%. En Japón, donde las relaciones laborales de larga duración se están viendo amenazadas ahora, el desempleo no afecta más que al 3% de la población activa.

El secretario de Trabajo estadounidense, Robert Reich, quiere discutir esta cuestión ante el G-7: "Las economías industrializadas parecen condenadas a tener que elegir entre más empleos peor pagados, o pocos empleos mejor pagados", declaró en Washington hace pocos días durante los preparativos de la conferencia.

A su juicio, hay que combinar la inversión en educación y formación profesional, que se da más en Europa, con la movilidad y flexibilidad laboral que hay en EE UU.

Dinero más barato

El secretario de Trabajo estadounidense promete ser crítico con los bancos centrales europeos. En su opinión, una bajada drástica de los tipos de interés es una condición necesaria para estimular el crecimiento y contribuir a la lucha contra el paro.

"Algunos gobernadores de bancos centrales y ministros de Economía querrían echar la culpa de todos los males a las rigideces de los mercados laborales y evitar su responsabilidad, pero se necesita crecimiento económico también", dijo.

Clinton, que será el único jefe de Estado que asista a la conferencia, quiere aprovechar la reunión del G-7 para reafirmar su compromiso con la globalización del comercio y luchar contra quienes abogan por el proteccionismo para mantener los empleos.

"La globalización de la economía no es un obstáculo al progreso, sino una gran oportunidad", señaló el presidente anteayer. "Hay que prepararse para los cambios y aceptarlos y usarlos para crear más empleos mejor remunerados", concluyó.

Japón sólo ha enviado a esta reunión a su ministro de Trabajo, Chikara Sakaguchi, mientras que el resto de países han mandado a cuatro representantes. Un miembro del Gobierno nipón ha declarado que su país era reticente a la celebración de esta conferencia en Detroit, donde el resentimiento contra Japón es muy agudo por la pérdida de tantos puestos de trabajo en la industria del automóvil en los años ochenta.

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