El piloto que batió el último rÉcord

Richard Rutan tiene uno de los últimos récords de la historia de la aviación al dar la vuelta al mundo sin escalas y sin repostar pilotando el avión Voyager, también conocido como el tanque de combustible volador. Eso fue en 1986 y hasta ahora nadie se ha atrevido a intentar repetir una aventura similar. Rutan y Jeana Yeager, su compañera de vuelo, recorrieron 42.430 kilómetros en nueve días, tres minutos y 44 segundos.El piloto estadounidense recuerda la emoción y la incomodidad del viaje (estuvieron 216 horas apretados en un espacio similar a una cabina telefónica). "Con el Voyager no me divertí", dijo ayer Rutan en Madrid. Y no es de extrañar: aguantó tifones, tormentas, fuertes vientos y una avería mecánica que estuvo a punto de hacer fracasar la hazaña cuando quedaba tan sólo medio día de vuelo para llegar al destino, la base aérea de Edwards, a las afueras de Los Ángeles (EE UU).

El 14 de diciembre de 1986 despegaba del mismo lugar un avión de apariencia frágil, con 17 depósitos de combustible, concebido para volar mucho tiempo sin necesidad de reposar. Rutan recuerda la incomodidad de la cabina. "Era tan pequeña que sólo había un asiento". Cuando uno pilotaba, el otro descansaba tumbado en el suelo. "Dormíamos una dos horas al día. El espacio ra lo suficientemente grande para sobrevivir", dice el piloto, de 54 años. "Además, soportábam os constantemente 110 decibelios de nivel de ruido, lo mismo que cuando estás en una pista de aterrizaje y despega un gran avión".

La duda constante era si habría suficiente combustible para acabar el vuelo. El avión salió con 4.542 litros y llegó sólo con 60, suficiente para volar medio día más. El 75% del peso del avión era combustible. "Era un avión muy singular y peligroso de maniobrar. A veces intentabamos virar a la derecha y se iba en otra dirección", explica Rutan.

Este hombre aventurero, que sueña cpn dar la vuelta al planeta en globo sin escalas, recuerda con horror cómo sobre el Atlántio, el Voyager estuvo a punto de darse la vuelta. Rutan perdió durante unos minutos el control del avión. "El corazón me palpitaba a gran velocidad y pensé: me voy a matar".

El Voyager, diseñado por el hermano de Richard, Burt Rutan, se construyó con fibra de carbono (un material cinco veces más fuerte que el acero y sólo dos veces su peso). Para lograr el éxito era necesario ir ligeros de equipaje. "Era un avión muy frágil y sabíamos que las posibilidades de éxito eran muy pocas. Para ahorrar peso, mi compañera tuvo que cortarse el pelo, lijamos pintura del avión, recortamos de los mapas las zonas que pensabamos que no nos iban a ser útiles e hicimos agujeros en la ropa interior", explicaba ayer Madrid, donde dio una conferencia sobre este vuelo, invitado por las fundaciones Ramón Areces e Infante de Orleans.

La preocupación que pesaba como una losa era el clima. "Una situación adversa podría arrancar las alas del avión", continúa. Rutan, que realizó el 80% del pilotaje de la misión, escapó del tifón Marge cuando sobrevolaba el Pacífico.

El Voyager se exhibe en el Smithsonian Museum de Washington.