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CICLISMO: PARÍS-NIZA

Niños y viejos

Carlos Arribas

Podrían, casi, ser padre hijo. El viejo, Sean Kelly, por lo menos corrió en el mismo equipo que el tío del joven, Frank Vandenbrouke. Se llevan 19 años. Uno Sean Kelly, está y no está de vuelta de todo. Cumplirá 38 años años esta primavera y se niega a colgar el trasto. El otro Frank Vandenbrouke, acaba de cumplir 19. Y tiene todo el futuro. O, al menos, eso dicen en su país, en la Bélgica valona. Ha visto en el sobrino del director de su equipo -Jean Luc, técnico del Lotto- al nuevo Eddy Merckx. Puede acabar como tantos herederos frustrados en los últimos 20 años. O puede que haya, por fin, llegado la hora de que Bélgica tenga de nuevo un campeón.La París-Niza les medirá. Medirá al viejo irlandés, Sean Kelly y al pimpollo valón. La carrera del sol fue muchos años llamada la carrera del irlandés rubicundo. El viejo Kelly la ganó siete años seguidos. Hasta que Induráin le mató. Era su carrera. La de sus sprints de potencia en el Paseo de los Ingleses de Niza. La de sus fulgurantes ascensiones a Eze. "Pesetero", le han dicho a Kelly mil veces. "Tacaño". Él sólo mostraba sus arrugas y su rostro curtido de campesino. Y año tras año buscaba nuevo equipo donde poder seguir aumentando sus ahorros. Y cuando ya parecía el momento de la retirada definitiva, cuando la sequía del 93 no parecía permitirle más aventuras, acaba de firmar por unos modestos, un equipo pensado en principio para jóvenes neoprofesionales y que ha terminado convertido en cementerio de elefantes. Allí, en el Catavana, pasará un año junto a otros dos veteranos, los hermanos Marc e Yvon Madiot. Y por lo menos en su Niza, en su carrera, seguir contando el cuento de que los viejos todavía tienen algo que decir.

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Y su nieto generacional, el alabado Vandenbrouke, un tallo fino y de largas piernas, un joven que lleva la clase en la sangre, empezará a regar su parcela. Seguirá asustando, como hizo en la Vuelta del Mediterráneo, en su debut profesional hace menos de un mes. Por las mismas carreteras de la Costa Azul, por las calles de Marsella, en el muro de Notre Dame de la Garde, o subiendo el Mont Faron y llegando quinto a pesar de un pinchazo. Con hambre y sin miedo.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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