Tocar pegados
A algunos músicos se les conoce cuando aparecen en el escenario, nada más coger la guitarra. Su manera de acoplarse al instrumento, la firmeza en la empuñadura, proclaman bien a las claras una solidez al alcance de muy pocos. El británico Chris Rea pertenenece a esta minoría. Es de los guitarristas que, partiendo del blues, recoge la tradición de algunos instrumentistas blancos. Zarandajas al margen, Chris Rea es como Eric Clapton pero en más gordo, con sombrero de buhonero y sin vestirse en Armani.Sobre si Clapton está por encima de Rea o viceversa, popularidad aparte, habría mucho que hablar. Ambos coinciden en la solidez de ejecución, en la precisión en el ataque, incluso en el sonido saturado y claro. Tocan pocas notas, pero esta economía de medios la compensan al rentabilizar al máximo su intensidad expresiva. No es Ia teoría del mínimo esfuerzo, pero casi. Es exprimir totalmente lo elemental, como los grandes del blues.
Chris Rea
Chris Rea (voz, guitarra), Max Middleton (teclados), Robert Ahwai (guitarra), Sylvin Marc (bajo), Martin Dicham (batería), Linda Taylor (coros), Andy Caine (coros). 1.200 personas. Precio: 2.800 pesetas.Aqualung Universal. Madrid, 2 de marzo.
Rea es superior a Clapton en el manejo del slide (vidrio que se arrastra sobre las cuerdas) y en la voz, grave, arenosa, raspada. Clapton es superior a Rea en virtuosismo y dominio técnico. Empate.
Los dos funcionan a las mil maravillas cuando su música se inspira en lo primario, en lo negro, en el blues o rhythm and blues. Baja muchos enteros cuando se blanquea de pop, se suaviza y pierde presión. Mucho de esto hubo en la actuación de Chris Rea en Madrid, aunque su guitarra siempre es un salvavidas para cualquier posible naufragio.
No naufragó Rea en Madrid. Resulta difícil ahogarse con el curtido Max Middleton en los teclados, con Robert Ahwai llenando elegantemente huecos a la segunda guitarra, con un bajista sólido como Sylvin Marc y con un batería de toda la vida como Martin Dicham. El grupo sonó compacto y potente, con la sabiduría del que conoce las claves de lo sencillo y disfruta con ello.
También disfrutó el público con un veterano que lleva un cuarto de siglo de música a sus espaldas con dos tapones llamados Clapton y Knopfler (también hermanado con Rea en la técnica y el sonido de la guitarra eléctrica tañida con dedos, no con púa) cerrándole el camino del éxito. En su papel de eterno segundón, Chris Rea mantiene la dignidad del peso pesado que, a pesar de no optar al título, conserva unos valores más que respetables. Entre ellos, uno fundamental para cualquier músico en la relación sentimental con su instrumento: el de tocar pegados.
Babelia
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