"La izquierda que no se renueva deja de ser izquierda"
Catalán de 50 años, el vicepresidente del Gobierno asegura practicar a diario la renovación socialista de la que es abanderado y que espera se plasme en el 33º Congreso del PSOE que se abre en Madrid el 18 de marzo
Pocos españoles parecen dudar que el cisma se ha instalado en la cúpula del PSOE. Narcís Serra se resiste a admitirlo públicamente y prefiere hablar de pluralidad enmarcada en la necesidad de la renovación permanente.
Pregunta. ¿Hay cisma o no lo hay?
Respuesta. El PSOE se ha hecho más complejo en los últimos años, incluso desde el punto de vista territorial. El asentamiento del Estado de las autonomías ha tenido su influencia" en un partido como el nuestro, que tiene presencia en toda España. Y también tenemos sobre la mesa un gran número de debates cruzados -el Estado del bienestar, el modelo de partido, el impulso democrático- respecto de los cuales es muy difícil dividir al partido en etiquetas o grupos. Afortunadamente nuestra pluralidad es una riqueza del partido.
P. Pero Alfonso Guerra sí distingue dos sectores: uno más socialista y más dé izquierdas y otro más socialiberal.
R. No creo que sea posible reducir el partido a un número tan limitado de categorías. El reto que tiene el PSOE ante el 33º Congreso -que para mí será el mas importante desde el 28º Congreso- es abrir las puertas del partido con rotundidad a la renovación, a las reformas. Aquí es donde nos jugamos de verdad el futuro del partido. La izquierda que no se renueva deja de ser izquierda. .
P. ¿Qué es ser de izquierdas?
R. Ser de izquierdas, por contraposición a ser de derechas -que quiere decir ser partidario del statu quo- significa estar a favor de la transformación de la sociedad. Y ser de izquierdas, desde una perspectiva socialista, quiere decir estar a favor de las reformas sociales luchando por la igualdad, la justicia social y la solidaridad. Ser eficaz en esa práctica de reforma social. No basta sólo con proclamamos de izquierdas, sino que tenemos que actuar.
P. ¿Usted se considera de izquierdas?
R. No sólo puedo decir que soy de izquierdas, sino que he tenido una ejecutoria política de izquierdas. El Gobierno socialista está realizando una política de izquierdas desde 1983 porque ha traducido los principios de igualdad, solidaridad y justicia social al garantizar la educación obligatoria y gratuita, al mejorar el sistema de pensiones o al extender la sanidad pública a todos los españoles. Estoy en la política para prestar un servicio a la sociedad, y este servicio lo he prestado en la dirección de una política de izquierdas.
P. Usted es ahora vicepresidente del Gobierno y Alfonso Guerra lo fue con anterioridad. La influencia de cada uno ¿ha hecho que uno u otro Gobierno sea o haya sido más de izquierdas?
R. Sería absurdo pensar que la trayectoria del Gobierno, ha estado condicionada en ningún sentido por los ejemplos que me citan. El Gobierno ha tenido un presidente y ha tenido un programa que ha sido siempre el del partido.
P. ¿Cómo define la renovación?
R. Renovación, lo dice el diccionario, es reanudar alguna cosa que hubiera sido interrumpida. Creo que hay que reanudar el contacto con la sociedad, porque se ha producido un alejamiento de la política y de los políticos respecto del ciudadano medio. Y creo que los políticos somos los resnponsables de ello. De ese contacto deben surgir cambios en la vida interna del partido y en sus propuestas y práctica política.
P. ¿A qué achaca ese alejamiento? .
R. A muchas causas a la vez. En parte, el mismo sistema democrático se pone más en cuestión cuando la democracia deja de tener un enemigo a partir de los cambios que ha habido en la Unión Soviética y en Europa del Este. También está el sentimiento generalizado -que yo creo que hay que combatir, porque no es cierto- de corrupción política. Y ese retraso de los partidos en adaptarse a la transformación de la sociedad cuando aparecen como cotos cerrados.
P. ¿Y cómo piensa enmendarlo el PSOE?
R. Abriendo el partido a la sociedad, para que la sociedad no vea en los partidos políticos, y sobre todo en el nuestro, un coto cerrado en el que no hay una verdadera participación masiva de ciudadanos.
P. ¿Ejemplos?
R. Hay que favorecer la afiliación. Tenemos 300.000 afiliados y nueve millones de votantes. Es unaenorme desproporción. Debemos favorecer la participación de los miembros del PSOE en la toma de decisiones. Hay que garantizarles sus derechos. Hay que favorecer la pluralidad. Un partido que pretende transformar la realidad tiene que ser un partido de mayorías.
P. ¿Y el peliagudo tema de la financiación?
R. Sin transparencia no se puede ganar la confianza de los ciudadanos. Hay que clarificarla al máximo. Hay que aclarar de dónde provienen los fondos con los que se financia el partido y cómo se gastan. Y no sólo eso. Hemos de dejar claro que no queremos en nuestro partido personas que estén en él precisamente para aprovecharse. No caben por descontado, corruptos, pero tampoco aprovechados.
P. ¿Hay muchos?
R. Creo que no, pero en la
medida en que los pudiera haber el partido debe tener mecanismos para hacer que lo abandonen.P. ¿Alguna de las 8.000 enmiendas a la ponencia marco del congreso es suya?
R. Ninguna como tal porque he colaborado en la redacción de la ponencia marco, tanto con sus ponentes como en el comité federal.
P. Volvamos al tema de la renovación.
R. Estoy convencido de que la izquierda y el socialismo sin renovación no tienen futuro.
P. ¿Está hablando de España?
R. No, en general. Pero en España, en concreto, hemos de saber reformar nuestro propio partido para adaptarnos a las enormes transformaciones que hemos producido en la sociedad. Sería una ironía que una fuerza política que ha contribuido decisivamente a una transformación de la sociedad española como la que hemos vivido durante los últimos 12 años no fuera capaz de transformarse a sí misma.
P. ¿Es usted partidario de un pacto entre Guerra y González previo al congreso para la formación de la comisión ejecutiva?
R. Reducir el congreso a esta cuestión sería tener una visión muy pobre. Va a ser un lugar de encuentro para debatir a fondo temas que son cruciales y propuestas que hemos de hacer a los españoles para el futuro. Evidentemente, también saldrá una nueva ejecutiva y un nuevo comité federal.
P. ¿Cree que deben estar en la ejecutiva renovada Txiki Benegas, Francisco Fernández Marugán y Abel Caballero, es decir, el equipo de Alfonso Guerra?
R. Debemos dejar que Felipe González proponga al congreso la ejecutiva que le parezca conveniente, sin condicionarle. Lo que sí pienso es que la ejecutiva que salga del congreso tiene que ser una ejecutiva potente, con peso político, capaz de movilizar al partido, de resolver los retos que tenemos planteados y que represente su pluralidad interna.
P. ¿Eso quiere decir que la actual ejecutiva no lo es?
R. A cada congreso le corresponde una nueva ejecutiva. Renovación quiere decir también renovación de personas. Y, además, este país necesita un impulso reformador. Lo necesita la economía, lo necesita la sociedad, lo necesitan los partidos. Y ahí es donde debemos colocar la importancia de las tareas del congreso. Yo trabajaré para que no nos desviemos del objetivo que considero básico: sentar las bases de la renovación del partido y, de sus propuestas a la sociedad.
P. ¿A qué atribuye la votación no muy agraciada que usted recibió en el reciente congreso de los socialistas catalanes?
R. Estoy muy satisfecho de los resultados del congreso del PSC, entre otras cosas porque estuvieron totalmente en línea con mis propuestas. Muchas veces, proponer soluciones de síntesis tiene costes en un primer momento, pero con la perspectiva del tiempo se demuestra que eran las más adecuadas. Ha sido la primera vez en que una ejecutiva se ha elegido con voto individual, secreto y lista abierta.
P. ¿Y en el 33º Congreso, que ocurrirá?
R. Mi propuesta es que la votación de la ejecutiva sea individual y secreta.
P. Algunos creen que hay un cierto caudillismo cuando González exige tener "manos libres"?
R. Felipe González, por primera vez, va a proponer la ejecutiva, pero será el congreso el que decida. Y creo que lo hará en votación secreta por delegado. Será una votación enormemente democrática.
P. ¿Le preocupa que no esté decidido quién podría suceder eventualmente a Felipe González?
R. Siempre he dicho que tenemos Felipe González para rato, por lo que no es, ni mucho menos, el momento de hablar de su sucesión. Y él es el primer partidario de que haya un colectivo de dirigentes reconocidos que compartan con él las responsabilidades políticas.
P. ¿Usted se ha visto a sí mismo alguna vez como sucesor?
R. Si he de ser sincero, no.
P. ¿Qué ha ocurrido con el cambio sobre el cambio enarbolado por el Gobierno tras las elecciones de junio?
R. El Gobierno ha sido consecuente con el mensaje del 6 de junio. La mayoría de los españoles quería que gobernara el PSOE, pero no con mayoría absoluta, sino a través del diálogo con otras fuerzas. Y así lo hemos hecho, asegurando la gobernabilidad del país. Y en estos seis meses se han impulsado numerosos aspectos del programa electoral.
P. ¿En qué se ha notado la presencia de ministros independientes? ¿Ello no implica que se prima, el no compromiso político?
R. Para nada. lo que hemos demostrado es que podemos poner en práctica nuestro proyecto político en colaboración con ciudadanos que no son miembros del partido pero que participan de las mismas ideas.
P. ¿Qué opina del revuelo que se ha armado con las recientes declaraciones de uno de ellos, del ministro de Economía, Pedro Solbes, sobre el peligro que se cierne sobre las pensiones?
P. Él ya aclaró que garantizamos y garantizaremos una pensión digna a todos los españoles. Creo que un sistema público de pensiones es un elemento irrenunciable de la_propuesta socialista, del Estado del bienestar. Considero muy conveniente que se produzca, con sosiego, un debate sobre el futuro del sistema de pensiones. Pero siempre orientado a perfeccionarlo y a garantizar la existencia de un sistema público que proporcione una pensión digna.
P. ¿El apoyo nacionalista, parcial, al Gobierno no le desgasta?
R. Cuando Felipe González hizo una oferta de coalición a CiU y al PNV no estaba pretendiendo resolver simplemente un problema de aritmética parlamentaria, sino embarcándose en una operación de mayor calado: la cooperación del nacionalismo moderado en la vertebración de una política para toda España.
P. ¿Si no responde a fórmulas matemáticas, por qué no ocurrió durante la década anterior?
R. En primer lugar, porque el mensaje electoral de 1993 es el de que gobernemos pero dialogando. Pero siempre hemos tenido un diálogo constante con las demás fuerzas políticas. No creo que en la pasada legislatura llegaran al 5% los proyectos de ley que se aprobaron sólo con el voto socialista. Si algún grupo político está aislado no es precisamente el socialista, sino el PP.
P. ¿Seguirá aislado de por vida?
R. Depende de su actitud, no de los demás. Nosotros siempre hemos mantenido una línea constante con el PP. Es el Partido Popular el que ha mantenido posiciones distintas. Primero, intentado impedir a cualquier precio nuestros acuerdos con los partidos nacionalistas, hablando incluso de adelanto de elecciones. Luego se dio cuenta de que esa posición de enfrentamiento sistemático podía perjudicar sus intereses y cambió de actitud. Y nosotros hemos seguido abiertos al diálogo en temas de Estado y en los que creemos que el mayor consenso da mayor estabilidad a las soluciones. Ahora parecen elegir nuevamente la vía del enfrentamiento, quizás porque ven las elecciones europeas cerca.
P. ¿Sigue usted pensando, como ha afirmado repetidamente, que el triunfo de la derecha sería un desastre para España?
R. No se puede negar que el PP es una alternativa, pero carece de las propuestas políticas mínimamente rigurosas que son necesarias en la España de hoy.
P. ¿Para cuándo calcula que se cerrará el tema autonómico, si es que cree que acabará cerrándose alguna vez?
R. Se resolverá el día en que hayamos alcanzado el desarrollo de cada uno de los estatutos de autonomía. Estamos trabajando con los Gobiernos autónomos en su lectura conjunta.
P. ¿No se sobresalta el Gobierno cada vez que, por ejemplo, el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, hace una fuerte proclama nacionalista?
R. Algunas declaraciones de miembros de CiU pueden dar la impresión de que el debate no se orienta en la dirección de la defensa de los intereses generales. Pero, en beneficio de lo que estamos logrando en cooperación con CiU, todos deberíamos hacer un esfuerzo para demostrar la realidad, es decir, que el objetivo de esa cooperación es la gobernabilidad de toda España.
P. ¿Esta situación no está provocando un excesivo anticatalanismo en el resto de España?
R. Mi impresión es que quiere provocarse desde la derecha, que cree que de esta forma desgasta al Gobierno.
P. ¿Le preocupa que se hable poco de España, como afirma Guerra?
R. Hay que hablar de España sin complejos. Yo lo hago siempre. Llevo muchos años diciendo en Cataluña que lo que es bueno para Cataluña es bueno para España, y que lo que es bueno para España es bueno para Cataluña.
P. Respecto a la labor global del Gobierno, ¿se divulga suficientemente?
R. Reconozco que no, y quizás sería necesario incluso un ritmo algo más lento de adopción de decisiones para que éstas puedan ser digeridas por la sociedad, controladas en su aplicación y explicadas. Como dijo un político socialista, política es pedagogía.
P. Usted hace poca.
R. Admito que quizá he estado demasiado sumido en el trabajo cotidiano de los temas de gobierno y que también es bueno que el vicepresidente contribuya a explicar esa labor. Y lo voy a hacer con una mayor presencia en las Cámaras.
P. ¿La marcha de la economía le quita el sueño?
R. 1993 ha sido un año de re sultados muy graves, sobre todo en cuanto al desempleo y al déficit público. Pero también tuvo elementos que demuestran que estamos corrigiendo esa situación. Será una tarea difícil, no va a producirse en un periodo corto de tiempo, pero creo que le estamos torciendo el brazo a la crisis.
P. ¿Hasta qué punto se sienten ustedes responsables?
R. La crisis ha sorprendido a todos los países europeos. Lo relevante es que todos cumplamos nuestro papel, empezando por el Gobierno. Pero los empresarios deben gestionar mejor también y, sobre todo, invertir y pensar que el mercado español no puede ser sólo su mercado natural y que hay que vender fuera. Y los sindicatos tienen que iniciar un diálogo con los empresarios para adecuarnos a esa nueva situación. Tienen que pasar de una estrategia permanente de enfrentamiento a una de pacto y corresponsabilidad.
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