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Tribuna
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Mandamientos

Vicente Molina Foix

De las últimas noticias recibidas se desprende que el Papa ya acepta el ramalazo, pero sigue firme en el rechazo a que los homosexuales se paseen del brazo, adopten niños sin sufrir embarazo, contraigan matrimonio con o sin braguetazo y anden el camino del flechazo al polvazo. Para el fin de esas prohibiciones no pone plazo. Aun así, los maricas católicos pueden darse un codazo: no hace tanto que la Iglesia les perseguía a lazo.En su protesta a las decisiones del Parlamento Europeo igualando los derechos personales sin discriminación sexual, Wojtyla ha dicho que las ramas desviadas del árbol malo no caben en "el plan de Dios". Muy mal lo van a tener los gays que sean creyentes, ahora que el ligue se mira tanto, fallándoles hasta su plan más divino. ¿Pero, y los no creyentes? Los fundamentalistas nunca piensan en ellos, aunque también a ellos amonesten. De hecho, el dogma principal de las creencias religiosas es juzgar la increencia carente de principios y razones morales.

Visto que una jerarquía que por voto tiene prohibida la sexualidad se permite dictar normas de comportamiento erótico general, propongo la reciprocidad. Los no cristianos debemos tolerar las "tendencias sacerdotales", sin burlarnos de ese ramalazo curil o monjil, que tanto da el cante. ¿Aceptar la ostentación de sus hábitos por la calle? Ya se ven menos, y aun así a algunos nos ofende lo llamativo de sus distintivos: alzas de cuello, medias grises tupidas, anillos de pedrería, cruces cromadas. Respecto a los rituales, muchos son sospechosos al ojo ajeno, sobre todo los que implican a muchachos con falda, pero ¿qué me dicen de las procesiones y rosarios de la aurora? El desorden no ya moral, sino peatonal, es evidente. Por eso, y mucho más, ¡árboles malos, del mundo, uníos! ¡Antes un trancazo que un gatillazo!

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